La Niña, el cambio climático y una temporada de huracanes frenética en el Atlántico: ¿Tienen que ver?

  • El enfriamiento del Pacífico oriental ecuatorial es -1,3 grados de media

  • Huracanes como Isaías y Laura atravesaron un Atlántico muy cálido para la fecha

  • La temporada de 2020 está a un ciclón tropical de igualar la histórica de 2005

Lo supimos a finales de primavera: la temporada de huracanes de 2020 sería frenética en el Atlántico. Y así está siendo. A finales de octubre, hemos visto ya 26 tormentas tropicales y 10 huracanes, de los cuales 4 han sido de categoría 3 o superior. No veíamos algo así desde 2005, un año inédito (que estamos a un ciclón de superar). ¿Tiene algo que ver que se esté produciendo un evento de La Niña en el Pacífico? ¿Y el cambio climático?

La Niña se fortalece

Durante el verano, la franja del Pacífico ecuatorial más oriental empezó a enfriarse, hasta alcanzar una anomalía de -0,5ºC. Actualmente, ese enfriamiento es de -1,3 grados de media. Se trata de un evento de La Niña que podrá llegar a ser especialmente intenso antes de acabar el año. Y esto, ¿cómo influye en el desarrollo de ciclones tropicales en el Atlántico?

Lo que ocurre en el Pacífico no se queda en el Pacífico. Sin el calor habitual de verano y otoño en la superficie del océano, la corriente de vientos atmosféricos del oeste se debilita y esto da lugar a una baja cizalladura vertical del viento, lo cual permite a su vez que se desarrollen más sistemas tropicales en el Atlántico (no necesariamente más fuertes, pero sí más cuantiosos). Con El Niño –cuando la temperatura del Pacífico ecuatorial oriental es más alta que el promedio– pasa lo contrario: se produce una mayor cizalladura en el Atlántico y tienden a haber menos ciclones.

Como decimos, La Niña no implica que los ciclones vayan a ser más fuertes, sino más frecuentes. La temporada más frenética de huracanes que habíamos visto antes de 2020 fue la de 2005, y no ocurrió La Niña.

El cambio climático y los huracanes

Las aguas inusualmente cálidas también puede favorecer el desarrollo de ciclones tropicales. Si observamos la trayectoria de los huracanes Isaías y Laura, vemos que ambos atravesaron zonas con una anomalía marcada del Atlántico frente a la costa de Estados Unidos.

Un estudio reciente publicado en PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) ha conseguido analizar cómo la temperatura superficial del Atlántico ha variado en los últimos 2.900 años realizando mediciones de titanio retenido en las capas de sedimento acumuladas en el Ártico canadiense. "Las aguas superficiales del Atlántico han estado constantemente cálidas desde aproximadamente 1995", ha resumido uno de los autores de la investigación, Raymond Bradley, de la Universidad de Massachusetts Amherst.

“Ciertamente, el patrón de temperaturas de la superficie del océano que hemos tenido durante los últimos 30 días grita 'temporada activa!'”, le ha dicho el pronosticador de huracanes Philip Klotzbach, de la Universidad Estatal de Colorado, al 'Washington Post'.

“La proporción global de ciclones tropicales que alcanzan niveles muy intensos (Categoría 4 y 5) probablemente aumentará debido al calentamiento antropogénico durante el siglo XXI”, resumía la NOAA respecto al informe IPCC AR5 de 2013.

¿Qué pasará el resto de la temporada 2020?

En cuanto a lo que pasará el resto de la temporada de 2020, por el momento sabemos que es muy probable que supere a la de 2005. El siguiente ciclón tropical nombrado, Zeta, podría formarse en solo dos días a medida que se desplaza hacia el noroeste desde las islas Caimán, en el Caribe, según prevé el Centro Nacional de Huracanes de la NOAA. Mientras tanto, Epsilon avanza hacia el Atlántico norte con una presión central mínima estimada es de 968 mb que podría caer drásticamente el fin de semana en su transición a ciclón post-tropical.