La amnistía del procés se cuela por la ventana de Overton: la idea conservadora que explica cómo una medida tabú se convierte en posible

  • Los políticos no pueden proponer cualquier medida a su antojo, sólo elegir dentro de un menú. Si se salen de él, la sociedad los rechazará

  • Según la teoría de la ventana de Overton, sólo se puede adoptar medidas políticas que estén dentro de ese marco inestable, que cambia con la opinión pública

  • ¿Cómo se mueve la ventana de Overton para que una idea o medida pase de ser considerada impensable o radical a parecer sensata o popular?

El millonario James Goldsmith fundó en 1994 un partido con una sola misión: convocar un referéndum para sacar a Reino Unido de la Unión Europea. Ni uno solo de sus 547 candidatos consiguió escaño en las elecciones. A Goldsmith apenas lo votaron 1.500 personas. Poco después murió y su partido también. Los seguidores que en la noche electoral gritaban “fuera, fuera, fuera” (de la UE) quedaron como una minoría insignificante y radical con un objetivo imposible, tan ridículo que no merecía ni ser debatido. Pero en 2016, el Brexit se hizo realidad.

Una de las teorías que aborda cómo suceden estos giros en la vida política de un país es la que elaboró Joseph P. Overton, fundador de un think tank libertario en Estados Unidos. Después de su muerte, se acuñó un término que ha tenido cierto éxito en los últimos años: ventana de Overton.

Viene a decir que los políticos no pueden proponer cualquier medida que se les ocurra. Sólo pueden elegir dentro de un menú, de un marco. Si se salen de él, la sociedad los rechazará.

Cómo se entra por la ventana

Pero ese marco no es estable. Las ideas, como en la moda, entran y salen del menú de lo posible. Y, según los apóstoles de Overton, lo hacen siguiendo un orden, un proceso de fases que reflejan así:

  • Impensable
  • Radical
  • Aceptable/discutible
  • Sensata/razonable
  • Popular
  • Propuesta política

Es un camino de ida y vuelta, lo popular puede terminar siendo impensable y viceversa. ¿Qué está sucediendo con la amnistía a los lideres y activistas con problemas legales después del procés de Cataluña?

Hasta hace poco, plantear una amnistía habría sido seguramente un suicidio político para cualquier líder que esperase captar votos al sur del río Ebro. Algunos datos apuntan en este sentido.

  • En 2017, el procés se colocó como segunda preocupación de los españoles.
  • En los años siguientes, la mano dura ganó adeptos. Para casi seis de cada diez votantes que propiciaron el ascenso de Vox en 2019, Cataluña tuvo mucho peso, según el CIS.
  • En 2021, el Congreso ni llegó a votar una propuesta nacionalista de amnistía porque PSOE, PP y Vox lo frenaron.
  • Multitud de encuestas apuntaban en esos tiempos a un rechazo mayoritario a los indultos a los nueve encarcelados tras la condena del Tribunal Supremo.

El caso de los indultos

Pero justo los indultos muestran como una cuestión tóxica termina entrando en el campo de las decisiones políticas posibles. Un estudio de Llorente y Cuenca (LLYC) que publicó La Vanguardia captó cómo los indultos fueron ganando apoyos a lo largo de los meses, a medida que el Gobierno iba también modulando su discurso.

El ministro de Justicia Juan Carlos Campo fue el primero en hablar de ellos como un simple trámite administrativo que se iniciaba y que podría o no recibir el visto bueno. Sin énfasis alguno. Era el 23 de septiembre de 2020.

Pedro Sánchez tardó varios meses en pisar este terreno. Lo hizo el 25 de mayo del año siguiente, cuando además presentó los indultos como algo que se iba a considerar “desde la concordia, en lugar de la revancha”. El Gobierno fue asociando la medida de gracia a la idea de "entendimiento" y de “cerrar heridas”.

¿Quién no quiere cerrar heridas o quién puede defender la cruel venganza? El lenguaje escogido, los argumentos, los datos, buscar antecedentes positivos… todo es importante para que una medida pueda pasar de impensable a sensata en la escala de Overton. Son el material del que está hecho el marco de la ventana.

En los nueve meses que duró el proceso de aprobación de los indultos, el grupo de los críticos no se redujo, según el estudio de LLYC, pero se fueron sumando al debate cada vez más voces que los apoyaban o que al menos los veían como una opción sensata, legítima, que merecía ser debatida.

¿Qué coste electoral tuvieron los indultos para el PSOE? Una respuesta precisa es difícil; pero si alguien pronosticó que se hundiría, se equivocó. Los socialistas han ganado un escaño en el Congreso de los Diputados y Pedro Sánchez tiene opciones de seguir en el Gobierno.

¿Quién desplaza la ventana, la agranda o estrecha?

La teoría de Overton no prejuzga que las ideas enmarcadas en la ventana sean buenas o malas. Por ahí asoman o desaparecen, según las épocas, leyes racistas o igualitarias, discriminatorias con las mujeres o feministas, derechos y recortes laborales, nuevos impuestos a los ricos y sus rebajas, los carriles bici y su destrucción,… incluso los destinos posibles del Luis Rubiales de turno.

De ahí el interés en cómo y quiénes pueden mover la ventana de Overton. Alguna deriva con tinte de conspiración ha destacado el efecto de personajes como Donald Trump. Las declaraciones muy radicales, “sin complejos”, provocadoras, propias de contertulio a quien usted considera su némesis, tienen el efecto de alterar lo que percibimos como término medio. Es algo parecido a lo que sucede en una negociación en la que se empieza con peticiones imposibles. O con los precios: si al lado de una botella de aceite a 10 euros colocas otra a 15, la primera pasa a tener un precio intermedio, por caro sea.

Overton no iba tan lejos. Su teoría le servía para animar a los donantes a invertir en su think tank. Las ideas tienen que articularse en algún sitio antes de aparezcan en los medios, sean debatidas en guerras culturales y tengan opción de inspirar una política. Pero imaginaba al dirigente político como a alguien que sabe mirar por la ventana más que como a un demiurgo capaz de diseñar a su antojo el paisaje. Queda aún así la duda de hasta qué punto hay una ventana común, un marco compartido para el debate, cuando se tira de los extremos.