España aportará a India su experiencia en la lucha antiterrorista

JOSÉ A. VALLÉS / NUEVA DELHI 05/01/2009 15:38

La Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha transmitido al Primer Ministro de India, Mammohan Singh, las condolencias del Gobierno y el pueblo español por los atentados terroristas del pasado mes de noviembre en Bombay. El terrorismo ha sido el tema principal de la entrevista que han mantenido en la Residencia Oficial del Primer Ministro.

Salvo en la conflictiva región fronteriza de Cachemira, donde siempre han sido frecuentes, los atentados de carácter islamista han dado un salto cualitativo en este país en los últimos cuatro años. Que los centros urbanos y los intereses turísticos se hayan convertido ahora en objetivo ha pillado al Gobierno indio con el pie cambiado, y eso ha quedado en evidencia con el asedio terrorista que sufrió Bombay. Aquellos trágicos tres días de noviembre han sobresaltado tanto a la sociedad india que el Gobierno se ha tenido que apresurar a tomar medidas. El año acaba de alumbrar una nueva ley antiterrorista más dura y la seguridad se ha reforzado de forma notoria en las ciudades, especialmente en los centros turísticos.

Para acceder con un vehículo al recinto de cualquier hotel de lujo en Nueva Delhi hay que pasar un control a la entrada que incluye visionado de los bajos para detectar bombas lapa. Para entrar en el edificio del hotel los clientes han de acceder a través de un arco de seguridad y sus bolsos y maletas son escaneados en un detector. A la presencia, ya de por sí imponente, de los gigantescos porteros de los hoteles, vestidos al modo de Rajastán, con turbante e historiados mostachos, hay que añadir la de los militares que custodian el recinto metralleta en mano. Ni con la noche se relajan los controles.

Nadie se libra de ser cacheado a la entrada de una discoteca frecuentada por turistas. Y si uno va a rezar o a ver cómo lo hacen otros en la Gran Mezquita de Nueva Delhi, no sólo hay que dejar en la puerta las zapatillas, también hay que renunciar a portar objetos metálicos, salvo los comunes, si no se quiere sobresaltar las alarmas.

La preocupación está en la calle. Las clases medias urbanas se han visto golpeadas por primera vez por el terrorismo y esto resulta especialmente importante por una razón: hay elecciones nacionales previstas en primavera, y la seguridad va a ser uno de los ejes de esos comicios. Por todo ello, el Gobierno indio está muy interesado en lo que la experiencia antiterrorista de España pueda aportar.

El mensaje de De la Vega ha sido claro: cooperación internacional. Esta es la clave, según la vicepresidenta del Gobierno, la mejor arma para luchar contra el terrorismo. El consejo se ha plasmado con la firma de una declaración de intenciones en materia antiterrorista con la que se pretende reforzar la colaboración entre ambos países. En el plano más práctico, se ha acordado intercambiar dos consejeros de interior y crear un grupo de trabajo de expertos indios y españoles para compartir experiencias en la prevención y en la lucha contra el terrorismo. Y un tercer aspecto en el que España puede ofrecer mucha ayuda: el trato a las víctimas del terrorismo.

Al Gobierno indio se le plantea ahora cómo tratarlas. Ya no sólo son atacados los usuarios de los transportes públicos, trabajadores pobres llegados de las urbanizaciones de las afueras de las ciudades, sino que ya alcanzan a la cúspide de la sociedad india, aquella exclusiva clase de ciudadanos que acude a cenar a un hotel de lujo como los afectados en Bombay. Que el interés por las víctimas haya llegado precisamente ahora es algo que no resulta tan extraño en un país que no admite cooperación internacional de gobiernos extranjeros para combatir la pobreza, a pesar del desorbitado número de pobres que malviven en condiciones infrahumanas en las superpobladas calles de las ciudades a la vista de los incrédulos turistas.

Al margen del terrorismo, la reunión con el Primer Ministro de India, Mammohan Singh, y la posterior con el titular de la cartera de Exteriores, Pranab Mukherje, ha servido al Gobierno español para dar un impulso político a las relaciones entre ambos Gobiernos, fundamentalmente en las áreas de la política, la economía y la cultura.