Los Mossos resuelven un millar de expedientes de ADN y balística cada año

AGENCIA EFE 07/08/2010 11:40

Detalles imperceptibles, como una microgota de sangre en unas gafas de sol, pueden ser un testigo mudo de un crimen, pero tan revelador como encontrar el arma con la que se perpetró el delito. Y las estrías de una bala pueden llegar a relacionar casos sin resolver, alejados en su autoría por la distancia y el tiempo.

Los agentes de la división científica de los Mossos d'Esquadra, vestidos con bata blanca y mascarilla, saben que, en muchos casos, las pruebas microscópicas pueden ser las más concluyentes.

Anualmente llegan al laboratorio de la Unidad Biológica del complejo Egara de los Mossos, en Terrassa (Barcelona), más de 300 expedientes para determinar perfiles genéticos con la seguridad de que se van a resolver, ya sea para inculpar o exculpar al presunto autor de un delito.

El subinspector de la unidad del laboratorio biológico de la Policía Autonómica, Josep Lluis Monasterio, aseguró a Efe que la fiabilidad de los resultados es "altísima".

El análisis de ADN de un resto encontrado en el lugar de un crimen permite identificar un perfil genético único. No existen dos personas iguales, salvo que se trate de gemelos univitelinos, y aún así, las huellas digitales los diferenciarían.

Monasterio recuerda casos en los que ese examen de ADN ha permitido exculpar a personas acusadas de violación tras comparar muestras del agresor en la ropa de la víctima con el perfil de referencia del detenido. "Nuestro afán no es únicamente inculpar; es buscar la verdad en la prueba", recalca.

Los agentes que investigan en este laboratorio tienen el silencio por respuesta. Los expedientes en los que trabajan están pendientes de resolución judicial o bajo secreto de sumario y saben que, del resultado que se extraiga, esa muestra puede convertirse en prueba de cargo.

Los casos con muestras contaminadas son "anómalos", asegura Monasterio, porque se trata de un laboratorio acreditado por la norma ISO de calidad 17025. Todas las fases de la analítica se realizan con controles, por lo que, "si hubiera problemas con algún reactivo o de contaminación, se detectaría y la analítica se invalidaría".

Los análisis suelen realizarse sobre pruebas obtenidas en escenarios de homicidios, agresiones sexuales, crimen organizado e identificación de personas, si las huellas dactilares no existen.

Pero también en el caso de incendios, catástrofes y accidentes, como el atropello ferroviario de Castelldefels (Barcelona) en el que murieron 12 personas y cuyos cadáveres quedaron muy deteriorados.

En este caso, la colaboración entre el Instituto Nacional de Toxicología, que analizó las muestras de las víctimas, y el laboratorio biológico de los Mossos, que comparó las muestras con el ADN de los familiares, permitió una rápida identificación.

Monasterio advierte de que la realidad "es distinta a la ficción" y "ni es tan fácil, ni tan rápido, ni tan económico" como explican las películas. "No es lo mismo hacer un hisopo de saliva con un algodón que analizar un trozo de hueso", que requiere más de una semana de preparación para obtener el polvo adecuado que permite obtener el perfil genético, explica en este sentido.

No obstante, lo que más le sorprende de esos guiones televisivos es que los protagonistas "hagan de todo", si bien los agentes que trabajan en su laboratorio son, además de bioquímicos, agentes policiales.

Otra área de la división criminal del complejo Egara en la que la paciencia es esencial para conseguir resultados es la de balística identificativa.

Los agentes que trabajan en estas galerías precisan de mucho tiempo para estudiar las estrías marcadas en una bala encontrada en el lugar del suceso y determinar si la pistola que la disparó puede estar relacionada con otros hechos delictivos sin resolver.

Anualmente llegan a este departamento unos 600 expedientes relacionados con disparos y armas de fuego, y algunos de ellos siguen sorprendiendo a los investigadores.

Un fusil fabricado artesanalmente, un mando a distancia con percutor, un bolígrafo-pistola o un bastón que esconde un arma de fuego son algunos de los artefactos que los Mossos almacenan en un armero con cientos de modalidades de armas.

"La verdad es que la capacidad de improvisar de la gente y de sorprendernos siempre está ahí, ves la inventiva y armas que chocan por sus características", confiesa el jefe de la unidad de balística de los Mossos, Xavier Garrido.

Para Garrido, no hay una resolución más gratificante que otra al resolver un caso gracias a unas pruebas balísticas. Todas son importantes, pero por recordar una, cita la absolución de un mosso que disparó a un joven cuando sufría un violento brote esquizofrénico en Malgrat de Mar (Barcelona) gracias a que las pruebas balísticas demostraron que actuó en defensa propia.