Nada más empezar la Transición, Adolfo Suárez confesaba que se sentía "como empujando un carro en el que se habían subido casi todos los españoles". Tenía 43 años y pilotaba una nave que traería a España el mayor periodo democrático de su historia. Lo había sido todo dentro del franquismo: director de TVE, gobernador civil, ministro secretario general del Movimiento. Nadie esperaba que fuera él el elegido por Don Juan Carlos. La Constitución fue su gran obra, aunque no aparezca en la lista de los Padres de la Patria. Ganó dos elecciones y parecía que nadie le haría sombra a su carisma, pero su Gobierno fue tan efímero como criticado. En 1981 presentó su dimisión. Pero la historia le reservaba un capítulo más: el 23-F, golpe a la democracia a la que había ayudado a crear. Las balas no le amedrentan. En un hemiciclo echado al suelo, el general Gutiérrez Mellado, Adolfo Suárez y Santiago Carrillo, tres hombres en el ocaso de sus carreras, defendieron la dignidad del Congreso.