Cientos de miles de iraníes colapsan Teherán en una explosión de pasión electoral

AGENCIA EFE 08/06/2009 22:28

En autobuses y a pie, desde los barrios del sur de Teherán y los cinturones obreros de la ciudad, familias enteras se congregaron en la gran mezquita de Musala, en el centro de la ciudad, con la esperanza de escuchar al mandatario.

Ahmadineyed, no obstante, dejó a los suyos con la miel en los labios, ya que suspendió el acto debido a razones de seguridad, explicaron a Efe responsables de su campaña electoral.

Aún así, la fiesta no cesó, y en el interior del recinto, unas 100.000 personas entonaron durante horas cantos en favor del presidente mezclados con loas al Imán e insultos a los candidatos reformistas, y en especial al principal rival del presidente, Mir Husein Musavi.

"Ahmadineyad es una buena persona que cree en la República Islámica y es amigo de los pobres", explicó a Efe una mujer jubilada llegada desde el sur de la capital.

"Ayuda a los pobres y combate a los ricos, por eso he venido aquí" andando, agregó la mujer, que declinó dar a conocer su nombre aunque subrayó con orgullo que con el actual presidente "me ha subido la pensión".

En la misma línea se expresaba un ingeniero de 33 años de la principal empresa automovilística del país, Iran Khodro, quien argumentó que Ahmadineyad "es un hombre del pueblo. No mira por encima del hombro Los otros candidatos se creen superiores, creen que son los señores y el pueblo es su siervo".

Al mismo tiempo que los seguidores del líder ultraconservador colapsaban las calles del centro norte de la ciudad, los partidarios de su principal adversario se enlazaban de las manos en la avenida más larga de Teherán para formar una cadena verde esperanza en favor del cambio y de la apertura.

A lo largo de los casi treinta kilómetros de la avenida Vali-e Asr -que cruza de norte a sur de la capital- miles de jóvenes y mujeres gritaron "adiós, adiós Ahmadineyad, bienvenido Musavi , bienvenida libertad".

"Queremos más libertad, queremos salir a la calle como más nos guste, sin que la Policía moral nos moleste. Queremos vivir", declaraba a Efe Mariam, una estudiante universitaria enlazada a un amigo y una amiga en uno de los tramos de la kilométrica cadena.

A medida que la noche caída, plazas, avenidas, calles e incluso las autopistas que enredan la ciudad se plagaron de coches y grupos de partidarios de uno y otro candidato, que se enfrentaban a gritos pero casi siempre sin violencia.

Algunas arterias quedaron colapsadas por el tráfico durante horas, en una especie de carnaval electoral.

A escasos cuatro días de los comicios, la ciudad ha quedado divida en dos, con el norte -más rico- completamente verde, símbolo de Musavi, y el sur -más empobrecido- envuelto en los colores de la bandera de Irán (rojo, blanco y verde), que la campaña de Ahmadineyad ha adoptado como blasón.

Además, desde que el pasado miércoles el presidente acusara a sus predecesores, Ali Akbar Rafsanayani y Mohamad Jatamí, de corrupción y de complot para derrocar su gobierno, la campaña se ha endurecido y la sociedad definitivamente se ha fragmentado.

En los últimos días, la palabra que más veces se escucha es mentiroso, y se repiten las descalificaciones entre los partidarios de uno u otro candidato.

Hoy, los seguidores de Ahmadineyad mostraban con orgullo la portada del diario estatal "Iran", que tomaba partido con un titular que decía "Banco Central: las cifras económicas de Musavi son falsas".

En este ambiente hostil, el resultado se perfila muy apretado, con grandes posibilidades de que deba celebrarse una segunda vuelta una semana después de los comicios.

La claves serán el índice de participación y sobre todo el grado de limpieza del proceso.

Ahmadineyad cuenta con el apoyo de la prensa estatal, el Ejército, el ala más conservadora del régimen, de las clases menos favorecidas y de las zonas rurales.

Musavi ha conseguido cerrar la difícil ecuación de mantener el voto de los conservadores más moderados y de resucitar al mismo tiempo la esperanza de una juventud con ansias de libertad.