El Rey Felipe VI ha vuelto a hablar con la Constitución en la mano. Empezó su discurso recordando a los que por razones económicas no podían estar con sus seres queridos, aquellos que han tenido que salir de España para solventar los tiempos de crisis o los que han sufrido más sus efectos. Tras esto, Felipe VI ha recordado a las víctimas de violencia de género (sin dar nombres el recuerdo de Laura Luelmo está más que vivo). "Merece siempre nuestra repulsa y condena más enérgica y el empeño de toda la sociedad para erradicarla de nuestra vida", ha citado el Rey de manera expresa.
Pero a partir de ahí el Rey ha centrado su discurso en tres elementos: Constitución, convivencia y unidad. Un elemento resultad clave. El mensaje del Rey pide volver a ese espíritu de la Constitución que ha hecho posible que España sea la que es. Ante las críticas de todo tipo a la Carta Magna, al régimen del 78, desde distintos flancos, el Rey ensalza su valor en su 40 aniversario. Y lo hace haciendo un llamamiento a los políticos para que aprendan de sus antecesores para tener el "valor de trabajar juntos y unidos pensando en nuestro país y en su futuro; fue la voluntad de los españoles de entenderse y la de los líderes políticos, económicos y sociales de llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y "sentimientos", ha dejado claro en su mensaje.
El Rey hace una llamamiento explícito a que no se pierdan los logros de la Transición. Ese es el trabajo que encarga a los dirigentes de hoy que "esos principios no se pierdan ni se olviden, para que las reglas que son de todos sean respetadas por todos". Insiste el Rey en que son los jóvenes los que deben conocer la Constitución y valorarla. "Tenemos el deber de haceros partícipes de ese período de nuestra historia, de ese camino que permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia".
Lo jóvenes han protagonizado, además de la Constitución, el discurso del Rey. "Somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no son, ni mucho menos, las más fáciles". No solo eso. Felipe VI se ha acordado de los problemas de los jóvenes para encontrar un trabajo, acceder a una casa, formar una familia y ha instado la sociedad a ayudarles. El guiño a unos jóvenes alejados de la Monarquía han sido claros y rotundos. "Sabéis que es muy difícil encontrar trabajo sin una adecuada formación. Muchos la tenéis, pero a veces os veis obligados a ocupar un puesto de trabajo que no es para el que os habéis preparado o que no responde a vuestras expectativas. Y os tenemos que ayudar", ha señalado directamente.
El Rey ha sido rotundo una vez más con el independentismo, al que no menciona. Pero sí deja claro que nada se construye desde el rencor y que "una convivencia que se basa en la consideración y en el respeto a las personas, a las ideas y a los derechos de los demás".
Felipe VI vuelve a no hace concesiones. "Cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a todos los españoles; que es incompatible con el rencor y el resentimiento, porque estas actitudes forman parte de nuestra peor historia y no debemos permitir que renazcan; una convivencia en la que la superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca puede nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento, sino del acuerdo y de la unión ante los desafíos y las dificultades".
Nada pues sin la Constitución, deja claro el Rey, porque "no es una realidad inerte, sino una realidad viva que ampara, protege y tutela nuestros derechos y libertades". En el discurso, el Jefe del Estado lanza un reto a todos los dirigentes y ciudadanos. "Debemos evitar que (la convivencia) se deteriore o se erosione; debemos defenderla, cuidarla, protegerla; y hacerlo con responsabilidad y convicción". Sin eso, sin ciudadanía, sin convivencia y sin Constitución, nada. El Rey ha transmitido una vez más cuáles los caminos por los que debe transitar el diálogo. Mirando a Cataluña y a esos jóvenes que ya no comulgan con la Monarquía. A los primeros les ha dejado claro hasta dónde pueden llegar, a los segundos, les ha abierto la mano: la sociedad y la Monarquía les necesitan.
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