A excepción de Peláez, todos los acusados eran "agentes muy entrenados" por Rusia

AGENCIA EFE 02/07/2010 00:00

El juez Ronald Ellis, del tribunal federal de Nueva York, impuso a Peláez una fianza de 250.000 dólares para evitar la cárcel, así como su posterior arresto domiciliario y vigilancia electrónica, mientras que la rechazó para los conocidos como Juan Lázaro y Cynthia y Richard Murphy, por considerar que podrían huir del país.

"Las evidencias de este caso son abrumadoras", señaló la fiscalía estadounidense en los documentos presentados ante el juez Ellis, ante quien también indicaron que todos ellos, excepto Peláez. "utilizaron pasaportes falsos proporcionados por el SVR", siglas con las que la acusación se refiere a los servicios de espionaje rusos.

Agentes del FBI han investigado durante casi una década las actividades de varias personas relacionadas con actividades de espionaje financiadas por Rusia, entre los que están la periodista peruana y su esposo que durante años utilizó el nombre de "Juan Lázaro" y dijo ser uruguayo, pero que estaría vinculado con Siberia, donde pasó su niñez.

Numerosos detalles de este caso que parece sacado de la trama de una de las más clásicas novelas de espionaje de John LeCarré han ido emergiendo de cada uno de sus protagonistas, que vivían en diferentes lugares de Nueva York, Nueva Jersey, Massachusetts y Virginia, llevando vidas anónimas y sin excesiva exposición pública.

Sólo su leve acento extranjero y porque no coincidía con el que supuestamente debían de tener al ser originarios de Uruguay (Lázaro) o Bélgica (Cynthia Murphy) ha hecho pensar ahora a algún vecino que algo no estaba claro.

La excepción de todos ellos es la peruana Peláez, de 55 años, que utilizaba su nombre verdadero, su pasaporte auténtico, no estaba entrenada para su misión y era una periodista conocida por sus críticas a Washington, sus posiciones extremistas de izquierda y afinidades al movimiento peruano Túpac Amaru, a la Venezuela del presidente Hugo Chávez y a la Cuba de los hermanos Castro.

El defensor de Peláez, Carlos Moreno, indicó hoy a Efe que su cliente se había declarado "totalmente inocente" y calificado de "ciencia-ficción" las acusaciones de EE.UU., que interpretó como una consecuencia de sus artículos de opinión.

"No entiendo cómo dicen que Vicky es espía, si cuando yo dirigía El Diario y ella trabajaba para mí, jamás me pidió conocer a ningún político. Sólo hacía su trabajo", señaló a la prensa Gerson Borrero, que la describió como alguien que "no es una persona fácil. Tiene muchas opiniones polémicas. Eso la hace una excelente columnista".

En el exterior de la corte, la activista comunitaria colombiana Amy Pérez indicó a Efe que Peláez era "una hermana, una amiga de la comunidad hispana", mientras que otros gritaban a favor de la detenida y portaban banderas puertorriqueñas.

"Sus acciones no indican que sea inocente, ya que debería de haber sabido que algo estaba pasando", en relación a su esposo, afirmó el juez Ellis.

La fiscalía informó hoy de que Juan Lázaro admitió que ése no era su nombre real, que tampoco era uruguayo y que trabajaba para los servicios de espionaje del Gobierno de Moscú, que también pagó la casa en la que vivían en Yonkers.

Como "acusado número 8, también conocido como Juan Lázaro", aparece en los documentos, y en los que se dice que "aunque él (Lázaro) dijo que amaba a su hijo, ni siquiera por él violaría su lealtad al Servicio. Lázaro se negó a dar su verdadero nombre".

Los fiscales calificaron de "fraudulentas" y "mentirosas" las vidas que llevaban los acusados, de quienes dijeron que ni sus propios hijos "sabían que eran espías".

El subsecretario de Justicia, Michael Farbiarz, en su calidad de fiscal general adjunto, pidió al juez Ellis que no les concediera la libertad bajo fianza porque podrían huir de EE.UU., pues son "agentes altamente entrenados" acostumbrados a usar pasaportes falsos.

"Agentes del Gobierno ruso ayudaron a los conspiradores de forma directa y secreta dentro de Estados Unidos", recibiendo de ellos material tecnológico y dinero, además de que encontraron una caja de seguridad vinculada con ellos y que contenía 10.000 dólares.

Los acusados "no necesitan irse fuera de Estados Unidos para quedar fuera del alcance del sistema de justicia criminal, ni siquiera necesitarían salir de Manhattan. En Nueva York hay un consulado de Rusia y la Misión de Rusia ante la ONU", agregaron.

Las autoridades estadounidenses tienen presente la situación de uno de los acusados, Christopher Metsos, de 54 años, con pasaporte canadiense, detenido en el aeropuerto chipriota de Larnaca y puesto en libertad bajo fianza por las autoridades de ese país, que ahora está en paradero desconocido.

Metsos fue detenido cuando intentaba volar a Budapest, y podría ser el jefe de los detenidos o su contacto con lo que en los documentos de la fiscalía es llamado el "centro" en Moscú.