Finaliza la campaña argentina marcada por las descalificaciones y la falta de proyectos

AGENCIA EFE 26/06/2009 00:00

El más nutrido fue el acto de cierre de campaña del oficialismo, encabezado por el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), arropado por su esposa y sucesora en el cargo, Cristina Fernández, y por los números dos y tres de su lista, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y la actriz Nacha Guevara.

Kirchner reunió a miles de personas en el populoso municipio de La Matanza, el de mayor peso del cinturón industrial de Buenos Aires, cuyo voto es decisivo para definir el mapa político que se configurará tras las elecciones del día 28.

"Tuve la dignidad y la moral para ser intendente y gobernador y para estar en la Casa Rosada y hoy me toca defender este proyecto en el Congreso de la nación y lo hago con la mayor de mis ganas para ponerme en defensa del proyecto nacional y popular", dijo.

Su más directo rival, el peronista disidente Francisco de Narváez, de la Coalición Unión-Pro, cerró también en la provincia de Buenos Aires una intensa campaña en la que invirtió sumas astronómicas y que le permitió pasar de ser un empresario conocido por sus apariciones en las revistas de sociedad a desafiar la hegemonía de Kirchner.

Según las encuestas, De Narváez pone en riesgo la mayoría oficialista en el Parlamento.

"Hay un hartazgo de la vieja política, que se está despidiendo en este momento, y lo que viene es poder hacer política caminando con la gente, llevando nuestro mensaje", afirmó De Narváez, que optó por una extensa caminata como broche final de campaña para demostrar que es parte de esa "nueva política".

Mucho más modestos fueron los cierres de la Alianza Cívica, con la aspirante presidencial Elisa Carrió a la cabeza, y del izquierdista Proyecto Sur, que lidera el cineasta Fernando Pino Solanas, quien, de acuerdo con los sondeos, puede dar una sorpresa en la capital y colocarse por encima del aspirante oficialista, Carlos Heller.

A partir de la medianoche comenzarán las jornadas de reflexión en las que no se divulgarán encuestas ni declaraciones de los candidatos, tras una intensa campaña dominada por los ataques y las descalificaciones entre los aspirantes a ocupar un puesto en el Parlamento y el Senado.

Kirchner y De Narváez se han regalado las críticas más contundentes, con acusaciones mutuas de incapacidad y falta de sentido político.

El ex presidente, arropado por la maquinaria del Gobierno, de buena parte del aparato peronista y con el respaldo de la poderosa Confederación General del Trabajo, se centró en los logros de su Administración, evocando la figura del general Juan Domingo Perón y envuelto en la causa nacionalista.

La frase "qué te pasa, ¿estás nervioso?", que Kirchner empezó a utilizar contra un influyente medio de comunicación argentino, se ha convertido en el eslogan de su campaña, hasta el punto de que sus simpatizantes la han pedido sistemáticamente en los actos electorales y se ha abierto una página web con este epígrafe.

De Narváez, por su parte, le apostó a la idea de cambio y se ha esforzado en sumar respaldos con la promesa de una transformación en el país.

Su muletilla, "tengo un plan", se ha quedado más en una frase que en una propuesta de contenidos, porque el candidato no ha llegado a desgranar ese "plan" en sus actos proselitistas.

Aunque rezagados en el uso de internet, tanto el oficialismo como la oposición han desarrollado una agresiva campaña que ha incluido el marketing telefónico, con un auténtico bombardeo de llamadas con mensajes grabados de los candidatos para tratar de rebañar votos.

Una estrategia que ha disgustado a más de un elector poco amigo de recibir molestas llamadas en sus domicilios a deshoras.