Netanyahu hará un último intento de atemperar su gobierno con Barak

EFE 20/03/2009 11:12

Netanyahu empleará el plazo para tratar de asociar al Partido Laborista de Ehud Barak a una mayoría parlamentaria en la que el líder del Likud sólo tiene ahora garantizada la participación de su formación, además de la extrema derecha y el sector ultra-ortodoxo.

No le resultará fácil al próximo primer ministro cumplir su objetivo pese a que Barak ha cambiado de opinión y, de asegurar que los laboristas irían a la oposición, ha pasado a no descartar su incorporación al gabinete, en aras de la "estabilidad del Estado".

Siete de los trece diputados que los laboristas tendrán en el nuevo Parlamento anunciaron que votarán en contra del ejecutivo en la sesión de investidura, incluso en el caso de que Barak se integre en el gobierno, en una amenaza más que velada de escisión.

La advertencia refleja la crisis profunda en que el Partido Laborista permanece sumido desde las elecciones del 10 de febrero.

Después de dominar la escena política en los primeros treinta de los sesenta años del Estado de Israel, el primer partido de la izquierda israelí se ha convertido en la cuarta fuerza del país tras unos comicios en los que obtuvo el peor resultado de su historia.

Y entre los cuadros laboristas levanta ampollas la idea de formar parte de un gabinete en el que Netanyahu ha prometido el ministerio de Exteriores a Avigdor Leiberman, del racista y ultranacionalista Israel Beitenu, y negocia otras carteras con formaciones integristas religiosas.

No sería la primera vez que los laboristas se integrasen en un ejecutivo con partidos conservadores y ultraortodoxos, con los que han compartido el actual de Ehud Olmert, primer ministro saliente y también líder cesante del Kadima, formación de derecha moderada.

Pero el varapalo electoral, el claro giro derechista que marcaron las urnas y la perspectiva de tener compañeros de viaje con discurso xenófobo inequívoco -como Lieberman-, son escollos casi insalvables en la labor de convicción de Barak a sus compañeros de partido.

Netanyahu le ayudará en la tarea y, tras recibir la autorización de Peres para ampliar sus gestiones de formación de gobierno, esta mañana adelantó que contactará con "todos los dirigentes para que reconsideren integrar un ejecutivo de unidad nacional".

El líder del Likud ha mantenido en los últimos días varios encuentros con diversas personalidades laboristas a fin de persuadirles de que se integren en su gobierno, y con motivo.

Porque si a Barak la entrada en el gabinete le permitiría conservar la cartera de Defensa que ocupa en el de Olmert -lo que según algunos guía su interés-, a Netanyahu le resulta vital no quedar únicamente en manos de los sectores más extremistas.

Antes de sondear a Brak y con ese propósito, Netanyahu intentó integrar en su ejecutivo a Kadima, que ganó las elecciones con 28 diputados frente a 27 del Likud, aunque Peres encargara la formación de gobierno a Netanyahu por contar con más apoyos parlamentarios.

La nueva líder de la formación aún gobernante, Tzipi Livni, declinó, no obstante, esa posibilidad por ser una decidida partidaria de proseguir la negociación para crear un Estado palestino, algo que rechaza de plano el líder del Likud.

Netanyahu no tendría, sin embargo, ese problema con Barak, cuyo partido antepone su carácter sionista a su tinte ideológico izquierdista, y que en las últimas décadas ha sido el principal responsable de la política de asentamientos judíos en Cisjordania.

Acosado por la prensa para que explicara la razón de que preste oídos a las ofertas del líder del Likud, Barak no dudo el jueves en preguntarse: "¿Qué tiene de malo hablar con Netanyahu?".

El líder laborista recordó después que: "he hablado con los peores terroristas de la OLP" (Organización para la Liberación de Palestina), y concluyó con otra pregunta, que también dejó en el aire: "¿Es que el peor enemigo de nuestra nación es Netanyahu?.