La presidenta de Brasil inicia un viaje a China para intensificar los acuerdos comerciales

AGENCIA EFE 08/04/2011 17:50

Rousseff tiene previsto partir de Brasilia esta misma noche y llegará a Pekín el próximo lunes, cuando inicie una visita de Estado de dos días que incluirá reuniones con su homólogo chino, Hu Jintao, y otras autoridades del Gobierno y de la Asamblea Popular.

En el marco de esos contactos está prevista la firma de una veintena de convenios en diversas áreas, como salud, energía, deportes, defensa y agricultura, así como un contrato para la venta de aviones de la empresa brasileña Embraer a China.

El miércoles, Rousseff viajará hacia la ciudad de Sanya, donde se celebrará la tercera Cumbre del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), a la que se unirá Suráfrica, y antes de regresar a Brasil se desplazará el viernes a Boao para asistir a una reunión de un foro económico que reúne a los países asiáticos.

En lo bilateral, el mayor interés en todas las entrevistas de Rousseff con las autoridades chinas pasará por asuntos económicos y comerciales y estará reforzado por la presencia de 237 empresarios brasileños, que tendrán en paralelo diversos seminarios con sus pares asiáticos.

Además de haber desplazado a Estados Unidos como primer socio comercial de Brasil, con un intercambio que el año pasado llegó a 56.000 millones de dólares, China también se ha convertido en el mayor inversor extranjero en la primera economía latinoamericana.

Solamente durante el año pasado la inversión china en Brasil superó los 30.000 millones de dólares y abarcó diversos sectores, pero con un especial énfasis en las áreas de petróleo, mineral de hierro y soja, que son a su vez los productos que ese país más importa desde América Latina.

En 2009, poderosas empresas chinas del sector energético también comprometieron inversiones por el orden de los 10.000 millones de dólares en el "presal", como se conoce a un prometedor horizonte de hidrocarburos descubierto por Brasil en aguas ultra-profundas del océano Atlántico.

Por otro lado, según datos oficiales, casi el 8 por ciento de la inversión china en Brasil en 2010 se dirigió a la compra de tierras para la producción agrícola, sobre todo de granos y cereales que luego, en su mayor medida, serán exportados hacia el gigante asiático.

Esa creciente relación económica y comercial con China entusiasma a Brasil, que en los últimos años ha diversificado sus mercados en el llamado eje sur-sur, pero también genera alguna preocupación por la posible creación de una "nueva dependencia" y la desigualdad que crece junto con el intercambio.

Mientras las exportaciones chinas hacia Brasil están compuestas en su totalidad por productos manufacturados, en la vía opuesta lo que más circulan son materias primas.

Según fuentes oficiales, eso ya fue motivo de quejas de Rousseff en una reciente reunión con su equipo económico. "Tenemos que buscar más equilibrio con China, porque exportamos materias primas y ellos nos venden solamente baratijas", dijo Rousseff según un ministro.

En otro tono, pero en la misma línea, la subsecretaria general para Asia de la cancillería brasileña, Edileuza Reis, declaró en un reciente seminario que Brasil debe "incluir más productos de alto valor agregado en el comercio con China" y "diversificar las inversiones" en toda la región asiática.

En el sector privado brasileño la creciente relación con China también tiene dos caras: la de los productores de materias primas que aumentan cada mes sus exportaciones, y la de los industriales que compiten directamente con los productos chinos y ven reducirse sus mercados.

En ese último apartado, las mayores quejas en los últimos tiempos son de la industria automotriz, que ha perdido terreno incluso en el mercado interno por el creciente ingreso de piezas para automóviles chinas que llegan a precios inferiores, ayudadas entre otras cosas por la debilidad del yuan, que muchos consideran ficticia.