El acusado de abusar sexualmente de 16 menores en Carucedo (León) y Cáceres reconoce los hechos

EUROPA PRESS 07/03/2016 14:09

Rafael Prado, el monitor acusado de abusar sexualmente de 16 menores durante campamentos de verano celebrados los años 2011 y 2012 en Carucedo (León) y en 2013 en Cáceres ha reconocido este lunes ante los magistrados de la Audiencia Provincial de León que realizó tocamientos genitales, felaciones, sexo anal sin llegar a la penetración y distintos abusos a varios menores de edad, todos ellos de menos de 12 años y que lo grabó todo con una cámara de vídeo de pequeño formato.

El acusado se enfrenta a una petición de pena por parte del Ministerio Fiscal de 234 años de prisión por un delito de revelación de secretos, 12 delitos de abusos sexuales continuados, cuatro delitos de abusos sexuales y 16 delitos de corrupción de menores, así como a una indemnización de 132.000 euros.

Rafael Prado ha explicado durante la primera sesión del juicio que juzga la Audiencia Provincial de León que él era uno de los encargados de ocuparse de los menores durante su estancia en los campamentos y que en varias ocasiones, no ha precisado cuantas, entró en la cabaña donde se encontraban los niños durmiendo para grabarlos con una cámara con visión nocturna.

Una vez allí, el procesado ha reconocido que bajaba los pantalones del pijama a los menores y les realizaba tocamientos genitales y anales con la mano y con su propio miembro viril, felaciones y que también se masturbaba y grababa todo. Así, ha reconocido que sabía que los niños eran menores de 12 años y que lo registraba para su propia satisfacción sexual.

No obstante, ha negado que después reprodujera esas imágenes para masturbarse, ha dicho "no tener tiempo", y que las compartiera con nadie. En total, se han recuperado 1.800 horas de vídeo procedentes de los campamentos y 19.000 horas de los vestuarios de una piscina ubicada en Madrid y en los que se podían ver a menores cambiándose de ropa.

En cuanto a los vídeos que se han recuperado de las piscinas. Rafael Prado ha asegurado que colocó una cámara oculta en los vestuarios que utilizaban los niños no para obtener imágenes de ellos desnudos y obtener satisfacción sexual, sino para poder averiguar quién era el autor de una serie de robos que se estaban efectuando en las instalaciones. También ha negado que visionara o compartiera esas grabaciones.

EN PRISIÓN DESDE 2012

El acusado se encuentra en prisión provisional desde noviembre de 2012, momento en el que su mujer descubrió las grabaciones y lo puso en conocimiento de la policía. Una vez detenido, Rafael Prado reconoció los hechos y colaboró con la investigación facilitando a los agentes el acceso a vídeos de contenido pedófilo que había encriptado para que no fuesen descubiertos.

A preguntas de su letrado, el procesado ha reconocido que padece párkinson y ha precisado que comenzó a tener comportamientos pedófilos desde que le detectaron la enfermedad y comenzó a tomar un medicamento para su tratamiento, cuya dosis se incrementó de forma importante en 2011.

Hasta ese momento, ha insistido "nunca había hecho nada de esto", pese a haber trabajado "toda la vida" con niños. Así, se ha mostrado arrepentido de su comportamiento y ha asegurado no explicarse lo que ha hecho sólo tuvo "un impulso en ese momento" y que surgió "de repente". "No hay día que no me arrepienta", ha lamentado ante el Tribunal.

Este lunes también han prestado declaración varios policías que participaron en la investigación de estos hechos delictivos, que han indicado que recuperaron los vídeos de contenido pedófilo en el propio domicilio del procesado, que compartía con su mujer y un hijo menor, así como en su trabajo, en la sede del Samur Social de Vallecas (Madrid), donde trabajaba como conductor.

Los agentes que visionaron las imágenes de los abusos a los menores han detallado los tocamientos que Rafael Prado les realizaba y han explicado que se logró identificar "sin ningún género de dudas" a 16 víctimas, no obstante otros niños no pudieron ser identificados.

A este respecto, han dicho que los niños se encontraban dormidos en el momento de los abusos sexuales o bajo algún tipo de sustancia estupefaciente y que parecen no ser conscientes de lo sucedido.