En el resto, nos invitan, nos presionan y hasta nos obligan a contratar al fotógrafo del templo. En uno de ellos nos llegan a decir que es requisito indispensable para casarnos. Prohíben incluso que los invitados tomen imágenes con cámaras caseras. Si no aceptamos sus condiciones, nos dan la opción de buscar otra iglesia. La explicación a esta imposición varía según quién la de. Los párrocos dicen que sus profesionales conocen y respetan la liturgia. Según los fotógrafos afectados por las exclusivas, las iglesias reciben dinero del profesional que habitualmente trabaja en ellas. Estos se quejan, además, de que para "romper la exclusiva" deben pagar un dinero al cura que acaba repercutiendo en el bolsillo de los novios, y que varía entre los 100 y los 600 euros.
Varios fotógrafos nos confirman que esto ocurre: ellos lo llaman impuesto revolucionario. El Arzobispado, que lo reconoce y aprueba, lo llama "colaboración económica con el mantenimiento de la Iglesia", e incluso lo recoge por escrito en el Boletín Oficial del Arzobispado de Madrid.
Y en medio de la polémica, los principales afectados: los novios, que denuncian que en ocasiones tienen que pasar por caja para evitar polémicas, y para poder elegir quién inmortalizará uno de los momentos más importantes de sus vidas.
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