Su labor es protegerles y evitar los secuestros, como el que estos días padece el Alakrana, y por ello están autorizados a llevar armas de guerra para repeler los ataques: "La gran novedad es que nos permite a la seguridad privada portar un arma de guerra. Necesitamos un arma potente para repeler una agresión", armas disuasorias para evitar un abordaje, como los fusiles de asalto HKG36, un equipamiento que les cuesta a las empresas de seguridad unos 9000 euros.
Se les dan más herramientas porque la situación lo requiere: "En legítima defensa tenemos autorización para disparar, primero tendremos que avisar y si no reaccionan habrá que hacer un fuego real", lo cuenta a Informativos Telecinco, Vicente de la Cruz, el presidente de la Asociación Española de Escoltas.
El entrenamiento es duro e intensivo, 24 horas al día, durante una semana: "La formación es al máximo de rendimiento. Se les exige lo que luego van a tener que afrontar en una situación de tensión. Se les somete a una presión muy alta para que en una situación real esa presión la tengan asumida", añade de la Cruz.
Ahora su campo de operaciones son las tablas de un barco pesquero, mucho peligro y mucha profesionalidad por los 5300 euros que van a cobrar al mes. En quince días los 50 primeros hombres afrontan su reto en alta mar.
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