Penny Wong, la ministra australiana que rompe con todos los clichés

  • La lucha contra el Cambio Climático y el empoderamiento femenino y de la comunidad gay han marcado una trayectoria política que comenzó con 33 años de edad

  • Lleva menos de un mes en el cargo y ya encara sus prioridades: apaciguar la relación Australia-China y recuperar la confianza de las islas del Pacífico

  • Es en la primera ministra de Asuntos Exteriores nacida en el extranjero y la primera parlamentaria australiana abiertamente gay

La victoria del Partido Laborista en las elecciones australianas celebradas en mayo supuso el primer cambio de Gobierno en tres legislaturas de dominancia conservadora a través de la coalición compuesta por los partidos Liberal y Nacional. La ruptura del actual Ejecutivo con muchas de las políticas y actitudes del anterior pretende ser total y queda personificada en la figura de la nueva ministra de Asuntos Exteriores: Penny Wong. Su presencia en el Gobierno ha roto con varios clichés que parecían insalvables en el tradicionalista Parlamento de Australia y sirve para dotar de credibilidad la nueva visión -tanto interna como en materia internacional- del recién nombrado presidente, Anthony Albanese.

El cambio de narrativa con respecto al anterior máximo mandatario, Scott Morrison, es profundo, al menos sobre el papel. El nuevo Gobierno tiene dos urgencias que están relacionadas: apaciguar las deterioradas relaciones con la República Popular de China y seducir a las naciones de las islas del Pacífico por la vía de la lucha del cambio climático, para que oscilen hacia Australia en lugar de hacia el gigante asiático. En su currículum queda reflejado su compromiso en combatir el calentamiento global tras ser ministra de Cambio Climático y Agua durante el Gobierno laborista de 2007. Además, Wong encarna el sosiego necesario para ser una figura fiable en este ecosistema diplomático que no ha dejado en buen lugar a los representantes australianos durante los últimos años. Entre sus credenciales para darle brío a las relaciones internacionales hay tres que rompen radicalmente con la norma: se ha convertido en la primera ministra de Asuntos Exteriores nacida en el extranjero, en la primera integrante del Ejecutivo de la historia nacida en Asia y en la primera parlamentaria australiana abiertamente gay. De partida, estos elementos de su individualidad han calado y brindan cierto optimismo en el electorado y entre algunos de sus homólogos. Su posicionamiento ante la imagen pública está marcado por la empatía, una cualidad que en Australia se ha echado mucho de menos entre los políticos. 

Objetivo: recuperar la confianza de las islas del Pacífico

En menos de un mes al cargo, Wong ha realizado tres viajes a diferentes puntos del Pacífico para visitar cinco naciones, incluida Nueva Zelanda. Tras formar parte del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad junto a las comitivas de Estados Unidos, India y Japón en Tokio un día después de que los laboristas ganaran las elecciones, la ministra australiana partió hacia las islas Fiyi. La declaración de intenciones fue categórica: “Estamos escuchando y os hemos oído. Trabajaremos codo con codo”, aseguró refiriéndose a la urgencia climática de las islas y a que su compromiso para paliar la crisis medioambiental será la piedra angular de su proyecto. “Tenemos un fuerte deseo de desempeñar nuestro papel en la familia del Pacífico y construir relaciones más fuertes”, añadió. El mensaje fue bien recibido por los fiyianos. Menos de una semana después, Wong visitó Samoa y Tonga. “Creemos en la transparencia, creemos en la colaboración verdadera. Respetaremos las prioridades e instituciones del Pacífico, apoyaremos el crecimiento y el desarrollo sostenibles, contribuiremos a la estabilidad y seguridad a largo plazo en el Pacífico. Por eso he venido aquí”, señaló. Estas palabras, pronunciadas por una mujer nacida en Malasia tienen más peso y más credibilidad a los ojos de los gobernantes de estas pequeñas naciones del Pacífico. No en vano, en más de una ocasión se han sentido el patio trasero de Australia, un concepto que Wong quiere eliminar. 

Las Islas Salomón está siendo la última parada de Wong y puede que la más importante hasta la fecha. Ubicada a 2.000 kilómetros de Australia, su Gobierno ha firmado un acuerdo de cooperación con China que ha suscitado el temor de que el gigante asiático pueda enviar tropas o incluso establecer una base militar en la nación insular. Estratégicamente, esta posibilidad sería un fracaso para Australia y sus aliados, incluido EE.UU., en el Indopacífico. Este acuerdo ha sido tomado como fruto de la torpeza del Ejecutivo australiano anterior. El viernes, Wong compareció ante los medios tras reunirse con el primer ministro salomonense, Manasseh Sogavare. “La opinión de Australia sigue siendo que la familia del Pacífico debe ser responsable de nuestra seguridad y la familia del Pacífico es más que capaz de proporcionar esa seguridad”, ha afirmado a los reporteros.

El reto de apaciguar las relaciones con China

La otra prioridad de Wong es la de mejorar las deterioradas relaciones con China sin sacrificar los intereses irreconciliables entre ambas naciones. Durante las visitas de la ministra de Asuntos Exteriores a diferentes puntos del Pacífico, su homólogo chino, Wang Yi, hizo lo propio para intentar seducir a otros países de la misma manera en la que ha seducido a Islas Salomón. El mandatario visitó ocho naciones en busca de un amplio acuerdo regional sobre seguridad y comercio que ha sido percibido como un intento para hacerse con el control de la región. ¿Preocupa esto a Wong? “Lo respetamos”, llegó a decir. “Queremos ser un socio de elección y demostrar a la región que somos un socio en el que se puede confiar y es fiable; históricamente lo hemos sido”. Durante la visita, Sogavare ha insistido en que China no abrirá ninguna base militar en las Islas Salomón, sin embargo, Australia seguirá observando detenidamente cómo el pacto con China se desarrollará en la práctica. 

Una de las mayores diferencias entre los viajes de Wong y Yi a lo largo a las islas del Pacífico es su exposición a los medios de comunicación. La australiana está usando a la prensa como parte de su estrategia para que su mensaje cale allá donde va a través de ruedas de prensa casi diarias en todas sus paradas y mediante almuerzos con la prensa local. Además, también está dedicando tiempo a conocer diferentes organizaciones no gubernamentales que trabajan en salud, con jóvenes y mujeres en otro esfuerzo por dejar claro que Australia valora a la sociedad civil, se preocupa por las generaciones futuras y trabajan para empoderar a las mujeres. Su homólogo chino, en cambio, apenas se ha salido de las reuniones institucionales y si lo ha hecho ha sido para supervisar algunos departamentos que trabajan en materia de seguridad. Ha vetado a los medios y no ha aceptado preguntas de los pocos reporteros que han tenido acceso. La única línea de información es la ofrecida por los medios de comunicación estatales chinos. 

La herencia de unas relaciones con China deterioradas

El reto de apaciguar las relaciones con China es “difícil”, como la propia ministra ha declarado tras asumir el cargo. La actual disputa comercial (aranceles prohibitivos a productos australianos) y las continuas amenazas de políticos y diplomáticos chinos, unido al tono beligerante del Gobierno anterior, hacen que el terreno para reconstruir estas relaciones bilaterales aún esté embarrado. Wong, confía en que con el tiempo esta tensión se calme y una de las claves es “dejar de jugar a la política interna” con la cuestión externa, una actitud que a su juicio fue llevada a cabo por el Ejecutivo de Morrison, que no fue capaz de frenar el deterioro de unos lazos que han caído en picado desde abril de 2020, cuando Australia pidió una investigación independiente sobre los orígenes del COVID en Wuhan. Otros puntos de fricción entre ambos países están siendo: la militarización por parte de Pekín del Mar de China Meridional, la represión de las libertades democráticas en Hong Kong y los abusos de los derechos humanos contra la minoría uigur en Xinjiang y el Tíbet. Otro hecho que ha separado más aún al gigante asiático y a Australia ha sido la firma del pacto de seguridad, AUKUS, en 2021 con Reino Unido y Estados Unidos, donde ambas naciones se comprometieron a ayudar a la nación oceánica con submarinos de propulsión nuclear. Por el momento, Wong ha declarado que su Gobierno no va a ceder en ninguno de estos asuntos. “No podemos controlar su comportamiento (el de China)”, declaró Wong al Daily Mail. “Si China decide seguir imponiendo a Australia lo que son medidas económicas claramente coercitivas, entonces eso va a tener una consecuencia en la relación”.

Wong, adalid de la diversidad 

La nueva ministra de Asuntos Exteriores nació en Malasia en 1968. De madre australiana y padre malayo, Wong se trasladó a Adelaida con ocho años de edad después del divorcio de sus padres. Licenciada en Filosofía y Letras y Derecho, su papel en diferentes estratos de la sociedad civil ha sido muy activo y le prestó especial atención a las subidas del salario mínimo y la lucha por los derechos de las mujeres. Con 33 años de edad ya ocupó un sitio en el Senado y con 39 ya era ministra de Cambio Climático y Agua, donde impulsó las energías renovables y la inversión en energía eólica y solar. Con 42 años de edad fue nombrada ministra de Finanzas y Desregulación y en 2013, con 45, vicepresidenta del Gobierno en el Senado. Tras la derrota del Partido Laborista en las elecciones de aquel año, Wong se convirtió en la primera mujer de Australia en ocupar el cargo de líder de la oposición en el Senado. Entre sus mayores logros se incluye su papel en la legalización del matrimonio de personas del mismo sexo en el país en 2017.