Los alimentos se acaban en los campamentos saharauis de Tinduf

  • Naciones Unidas y las ONG alertan de la alarmante falta de alimentos -llega un 75% menos de comestibles- y de la creciente desnutrición en los campamentos del desierto argelino

  • Marruecos celebra la última resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por consagrar “de manera irreversible” la “preeminencia y credibilidad” del plan de autononía de Rabat para el Sáhara Occidental. El Polisario recuerda su derecho a recurrir a la “lucha armada"

Falta alarmante de alimentos. Es la reciente denuncia del consorcio de ONG que opera en los campamentos saharauis de Tinduf, en el suroeste de Argelia. La subida global de precios derivada de la guerra en Ucrania y los recortes de los fondos de ayuda internacionales -que atienden a otras realidades más urgentes- se están cebando con la población que vive en estas instalaciones del desierto, que se estima en más de 175.000 personas.

También en agosto las tres principales agencias de Naciones Unidas presentes en los campamentos –ACNUR, PMA (Programa Mundial de Alimentos) y UNICEF- alertaban del “serio riesgo de inseguridad alimentaria y malnutrición”.  

Asimismo, desde Naciones Unidas se pedía mayor apoyo a la comunidad internacional para ofrecer asistencia alimentaria a los refugiados, que viven por entero de la ayuda, y se cifraba en un 75% la reducción de las raciones de alimentos mensuales destinadas a los campamentos de Tinduf. Cada individuo beneficiario de ayuda recibe una ración de menos de cinco kilos por mes en lugar de los 17 que estaban previstos, lo que supone la mitad de la ingesta diaria recomendada de calorías por persona, precisó entonces el coordinador residente de la ONU, Alejandro Álvarez.

La oficina argelina de Naciones Unidas se aseguraba que “el equipo de la ONU y otros actores humanitarios se enfrentan a importantes brechas de financiación, superadas por los impactos de la pandemia de la COVID-19, el aumento global resultante de los precios de los alimentos y el combustible y los efectos de la guerra en Ucrania”.

El 91% de la población, en vulnerabilidad alimentaria

Según explican, en fin, las organizaciones no gubernamentales en un comunicado difundido el pasado día 13 de octubre, la alimentación en los campamentos depende de la distribución mensual y por persona de una “canasta básica”, que ha menguado considerablemente en los últimos meses. La citada canasta llega al 75% de la población, aunque, de acuerdo a las entidades el porcentaje de personas vulnerables ha superado ya el 91% de la población. La desnutrición es ya una realidad para los habitantes de los campamentos. Las medicinas también escasean.

El consorcio de ONG citado instaba a “la responsabilidad de la  comunidad internacional y la solidaridad de la sociedad civil para movilizar el apoyo necesario frente a esta crisis olvidada antes de lamentar daños irremediables para la población refugiadas saharaui”.

En este mismo sentido, desde el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas se había avisado este miércoles de la posibilidad de recortar “drásticamente” las ayudas a hasta 300.000 refugiados de Sudán, República Centroafricana, Nigeria y Camerún que buscaron amparo en Chad.

El fin del alto el fuego decretado por el Frente Polisario -estaba en vigor desde 1991- en octubre de 2020 ha contribuido a empeorar las cosas, puesto que hasta Tinduf han llegado centenares de saharauis procedentes de la zona situada al oeste del muro levantado por Marruecos. Con todo, el fin de la tregua no ha significado, salvo momentos excepcionales, una escalada violenta a gran escala entre ambos ejércitos desde entonces. La población de los campamentos -que se establecieron en 1975-, la principal víctima de la situación, sufre cada vez con mayor intensidad las consecuencias del paulatino olvido y desinterés por el conflicto saharaui.

Naciones Unidas prolonga la Minurso

Sin sorpresas sobre el guion previsto,l a semana pasada el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas prorrogaba un año más, hasta el 31 de octubre de 2023, el mandato de la Minurso, que es la misión para la celebración de un referéndum entre los saharauis que hace tiempo que dejó de constar en los textos de las resoluciones.

En la aprobada esta semana por el Consejo de Seguridad, la 2654, se insta a las partes -por este orden Marruecos, Frente Polisario, Argelia y Mauritania- a sentarse a la mesa de negociación “sin precondiciones”. El texto, muy semejante al de años anteriores, contó con 13 votos a favor y dos abstenciones, una de ellas la de Rusia, estrecho aliado del régimen argelino (lo que no impide que tenga buenas relaciones con Marruecos).

Marruecos, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos e Israel, además de con el de España, Francia y Alemania, y mantiene buenas relaciones, a pesar de sus estrechos vínculos con Occidente, con Rusia, se siente cada vez más respaldado en sus posiciones.

El representante permanente de Marruecos, Omar Hilale, aseguraba este jueves al término de la votación que la resolución aprobada “consagra de forma irreversible la preeminencia, credibilidad y seriedad del plan de autonomía marroquí” y reafirma “el apoyo masivo de la comunidad internacional a este plan”.

Por su parte, el Frente Polisario cargaba las tintas sobre el Consejo de Seguridad, al que acusaba de “haber fracasado, una vez más, en dotar a la Minurso de medidas prácticas para garantizar la plena implementación de su mandato”. La entidad volvía a amenazar con “continuar e intensificar su legítima lucha armada” para defender su derecho a “la libre determinación e independencia”.

Marruecos exige que Argelia participe en las mesas de negociaciones como implicada en el conflicto y no sólo como observadora -que es el papel que le concede la ONU-, a lo que el Frente Polisario se opone con fuerza. Su representante ante Naciones Unidas, Sidi Omar, se encargó de recordar que la organización “no participará en un proceso de negociación que se base en un enfoque que se desvíe en fondo o forma” de lo establecido por Naciones Unidas.

Desde que fuera designado como enviado especial del secretario general de Naciones Unidas para el Sáhara hace ahora un año, el italo-sueco Staffan de Mistura ha visitado la región en dos ocasiones, aunque ha sido incapaz aún de pisar territorio del Sáhara Occidental dadas las condiciones que le impone Rabat. Y, por descontado, tampoco ha sido capaz de sentar a las partes a una mesa de negociación.

Incremento de la actividad militar argelina en la zona

Entretanto, el régimen argelino, que batirá récords en su presupuesto de defensa para el próximo ejercicio, exhibe músculo cerca de Tinduf con la celebración de maniobras militares. Así ocurrió a comienzos del pasado mes de junio, con una serie de ejercicios a gran escala. La pasada semana el medio marroquí Le Desk se hacían eco de que Argelia estaba reforzando las capacidades de su fuerza aérea en la zona de Tinduf.

Además, en el mes que comienza fuerzas del Ejército argelino y ruso celebrarán maniobras conjuntas de carácter “antiterrorista” no lejos de las fronteras marroquíes, aunque más de 150 kilómetros al norte de Tinduf. Concretamente los ejercicios se llevarán a cabo en un polígono situado en Hammagir, en la región suroccidental de Béchar. Hasta 80 efectivos del Ejército ruso adscritos en la Región militar sur participarán en ellos. El pasado 20 de octubre el Ministerio de Defensa argelino anunciaba además, sin precisar la fecha ni el lugar concreto, maniobras navales conjuntas con Rusia en aguas del Mediterráneo.