Entramos en un quirófano de Kramatorsk en Ucrania: salvar vidas en medio del miedo y la oscuridad

Ucrania y Rusia llevan casi once meses de guerra, aunque ahora Putin a decretado un cese de la hostilidad de 36 horas por la Navidad. Durante este tiempo, el territorio ucraniano ha sido testigo de la brutalidad de los ataques del ejército ruso que ha dejado decenas de miles de fallecidos e heridos y afectado gravemente a su salud mental. Los hospitales y centros médicos del país trabajan sin descanso para salvar el mayor número de víctimas, tanto civiles como militares. Pero los ataques rusos no se lo están poniendo nada fácil. En las salas de operaciones llevan acabo las intervenciones con constantes cortes del suministro eléctrico y ante el temor de las bombas, cualquier inconveniente no previsto puede provocar la muerte del paciente.

Allí conviven constantemente con el impacto de bombas y su onda expansiva, que pueden arrasar con todo a su paso. Uno de los mayores temores los cristales. Una mínima reverberación puede ocasionar el estallido de ellos, pudiendo provocar un fatal desenlace en la sala de operaciones. En hospitales como el de Kramatorsk (Ucrania) en el que se realizan las operaciones urgentes de los heridos en los frentes de Bajmut y Soledar, ambas en la región de Donetsk, se ha procedido a reforzar la sala para evitar que cualquier incidente ponga en riesgo la operación y tenga que verse interrumpida.

Para ello, han optado por la instalación de cristales blindados en los hospitales que se encuentran en primera línea de enfrente. Así como otras medidas de seguridad que favorezcan la intervención de los soldados operados.

Los apagones de luz: el principal problema en los quirófanos

Además, otro de los principales inconvenientes que se están encontrando los cirujanos ucranianos es el constante número de apagones que ocurren de media en el país, por lo que se ven obligados a utilizar generadores para paliar la falta de electricidad que afecta prácticamente a la mayoría de localidades ucranianas. Esta es una de las principales estrategias llevadas a cabo por el Kremlin, quien está intentando ahogar al pueblo ucraniano con la falta de suministros, atacando sin cesar y con crudeza las plantas eléctricas de Ucrania.