No es conocida por sus monumentos, ni tampoco por su gastronomía, Anad es conocida por ser el epicentro del negocio de los vientres de alquiler. Cientos de mujeres permanecen durante el embarazo en centros como este. Nueve meses llevando en su vientre al hijo de otra mujer. Y su motivación es clara.
Cada una de las mujeres que se ofrece como vientre de alquiler recibe a cambio 6.450 dólares, en un país donde la mayoría de la población subsiste con 2 dólares diarios. Sin embargo, las parejas occidentales pagan hasta 23.000 dólares por hijo. ¿Quién se queda el resto? Buena parte, los centros como éste, que gestionan todo el proceso encontrando a las madres para las parejas que buscan un hijo.
Miles de parejas occidentales acuden cada año para ver cumplido su sueño de ser padres a clínicas como la del Patel . Ellas explican que "los futuros padres necesitan un bebé y nosotros necesitamos dinero. Lo hemos hecho por su felicidad pero también es bueno para nosotras". El debate ético se mantiene constante. Se trata de una mercantilización del cuerpo de las mujeres, en un país en el que la tasa de mortalidad en el parto se sitúa en 301 cada 100.000 nacimientos. CGS