El enviado especial de la ONU para Yemen, Jamal Benomar, ha presentado sus "sinceras condolencias" a todos los miembros de la familia de Al Motawakal y ha condenado el "cobarde" atentado contra "una figura conocida por su apoyo del cambio pacífico y la construcción de un Estado civil democrático".
Por su parte, la portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Jennifer Psaki, ha solicitado al Gobierno de Yemen que abra una investigación exhaustiva en torno al suceso y que lleve a los responsables del asesinato ante la justicia.
"Los desafíos a los que hace frente Yemen, particularmente ahora, requieren voces moderadas y un compromiso por una resolución rápida y pacífica de las diferencias", ha valorado durante una rueda de prensa. "La violencia y la intimidación no tienen lugar en una sociedad civil y democrática", ha remachado.
El asesinato tuvo lugar un día después de que las principales facciones políticas de Yemen llegaran a un acuerdo para formar un nuevo gobierno para aliviar la tensión política que vive el país y acabar con la amenaza de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
La Unión de Fuerzas Populares tiene importantes vínculos con los huthis, la milicia que más poder ha acumulado en los últimos años en el norte de Yemen. Ambos movimientos están integrados por chiíes y se sitúan en un país de amplia mayoría suní. Ansar al Sharia, la filial de AQPA en el país, ha iniciado una insurgencia contra el Gobierno y una guerra contra los chiíes, a los que considera herejes.
Yemen, principal aliado de Estados Unidos en la península Arábiga, se enfrenta a una crisis política desde que hace dos años el entonces presidente Alí Abdulá Salé abandonara su cargo ante las protestas masivas. Además, la posible irrupción de los huthis en el Gobierno y la amenaza del terrorismo de Al Qaeda en el país empiezan a crear un clima de guerra civil.