Revoluciones a golpe de tuit

INFORMATIVOS TELECINCO 11/02/2011 18:54

El descontento y la frustración general encontraron un aliado poderoso en las nuevas tecnologías. Miles de personas escucharon al rapero tunecino Hamada Ben Amor cantar contra el recién derrocado Zine el Abidine Ben Alí, en Túnez.

El músico fue encarcelado, pero la canción se dispersó por la red como un himno amplificado de la libertad que exigía el pueblo. Los manifestantes se organizaron en la plazas, sin fusiles, ni granadas, sino con teléfonos inteligentes con los cuales comunicaron, informaron y organizaron la revuelta pacífica que sacó a Ben Alí de la silla presidencial tras 20 años de dictadura.

En Túnez y Egipto, los protagonistas de las movilizaciones, fueron los jóvenes nacidos en pleno apogeo de la web 2.0. países donde los menores de 30 años representan más del 50 % de la población.

Fueron ellos quienes llevaron el activismo digital hasta sus últimas consecuencias para convertirlo en el motor de las movilizaciones hartos de gobiernos perennes e inmóviles.

Tras el desenlace de Ben Alí, en Túnez, la chispa se esparció por internet y los egipcios recibieron el último empujón para creer en sí mismos y echar a Hosni Mubarak, que llevaba 30 años en el Gobierno. Aquí también fueron los jóvenes de Alejandría quienes iniciaron las protestas a través de Facebook y Twitter.

Los tuit y los SMS se burlaron de los toques de queda de los militares y de las advertencias de los dictadores. A través de Internet se organizaron las revoluciones que protagonizaron

los jóvenes. Internet no hizo la revolución, la hizo el pueblo, "pero sí fue la herramienta principal".

Lo aseguró Kamel Jendoubi, presidente de la Red Euromediterránea de Derechos Humanos, que explicó cómo en Túnez donde los periodistas "están amordazados", porque trabajan al servicio del gobierno, Facebook fue fundamental.

En los últimos dos años, el número de usuarios de la red social ha aumentado exponencialmente y funciona de forma tan activa que la televisión de árabe, Al-Jazeera, "la utilizó para recabar información de la gente e incluso organizó debates y tertulias sobre lo que estaba ocurriendo".

El gobierno de Mubarak se dio cuenta del peligro y mantuvo bloqueada la red y la telefonía durante tres días. Durante ese tiempo, los opositores se comunicaron a través del fax, y facilitaban que la gente compartiera su ancho de banda para hacer un 'by pass' sobre cualquier tipo de filtro o censura del régimen.

Twitter, por su parte, habilitó un servicio para los egipcios pudieran tuitear a través de llamadas por teléfono. Mientras los periódicos contaban la realidad que los dictadores querían leer, el pueblo se comunicaba a través de las redes sociales para contar la verdad.

Los dictadores tiemblan

Por el momento, la revolución ha dinamitado el régimen tunecino y el egicio; otros dictadores tiemblan en sus sillas: En Yemen, AliSaleh Abdalá, con 30 años en el poder, ya escucha los gritos de la oposición que piden elecciones; Argelia, Libia o Jordania, Marruecos podrían ser los próximos.

En occidente, Cuba ni sueña con algo parecido. Sin Internet, ni Facebook al alcance de los ciudadanos, las posibilidades de organizar una revolución 2.0 son casi nulas.

Los Gobiernos, en general, descubren de forma inesperada y con pavor que las redes sociales no son únicamente el lugar de los ligues y los comentarios futiles, sino que en manos de los ciudadanos descontentos resultan más potentes que un ejército armado con carros blindados.