Todos los pasajeros de este vuelo con destino a Tacloban se enfrentan al viaje más duro de su vida. El tifón sorprendió a Alise en Cebú, a salvo. Pero su familia lleva una semana atrapada en su ciudad natal sin comida ni agua. "Me siento triste", dice mientras se enfrenta a un panorama desolador. Todos los pasajeros tratan de asimilar la imagen de una ciudad muy distinta a la última vez que la vieron desde el aire. Ya en tierra el olor a podrido se une a la sensación de haber llegado al apocalipsis. Tan solo la cinta de las maletas nos recuerda que esto fue una vez un aeropuerto de una ciudad turística y próspera. En la terminal, ocho días después nos encontramos a madres con niños que llevan días sin comer ni beber. Es evidente que no están evacuando a los niños primero. "El primero que llega es el que sube al avión", dice esta mujer, que raciona la leche de su nieto por miedo a agotarla. "Es una pesadilla", asegura su madre, de la que 250.000 personas quieren escapar.