Tony Blair confiesa en sus memorias si admiración por la princesa Diana. "Era extraordinariamente cautivadora" y tenía un "inmenso encanto", sentencia. Y aunque reconoce que le "gustaba", señala también los riesgos que podían suponer la "violencia en sus emociones".
"Éramos, cada uno a nuestra manera, personas manipuladoras", escribe Blair, que señala esto como una vebntaja. "Percibíamos rápidamente las emociones de otros y eramos capaces de jugar instintivamente con ellas".
Sin pelos en la lengua narra como le dijo a Diana de Gales que su relación con Al Fayed era "un problema". Igualmente, asegura el político laborista, que tras la muerte de la princesa tuvo que intervenir porque la monarquía británica se tambaleaba. Decidió llamar a Carlos de Inglaterra para que convenciera a la Reina de que volviera a Londres desde Balmoral, residencia de verano, y emitiera un comunicado.
El ex primer ministro británico también dedica unas líneas a define a su sucesor. Define a Gordon Brown como un hombre "difícil y por momentos exasperante", aunque "firme, capaz y brillante" y con gran influencia en el Partido Laborista y los medios de comunicación.
Blair tenía pocas esperanzas del éxito del mandato de Brown en parte porque el ex ministro de Hacienda tiene "nula inteligencia emocional", pero señala que habría sido "casi imposible" elegir a otro sustituto.
En 'A Journey' también hay hueco para José María Aznar. Del ex presidente del Gobierno español dice que es un "duro negociador" y con una "fuerza inexorable".
Aznar invitó a Blair a pasar la Semana Santa en 1998 en España y aquel, cuenta, que tuvo que mandar 48 horas antes a su esposa y a sus hijos y que el ex presidente los trató "con enorme amabilidad y efusiva bondad". Esto "sentó las bases de una amistad personal duradera que tendría importantes consecuencias más tarde", dice Blair en clara alusión a la guerra de Iraq.
Para leer todo esto en España hay que esperar a la próxima primavera.