“Si no aislábamos a la población italiana, los hospitales se quedaban sin capacidad de atender a otros pacientes graves”

  • Entrevista con Carlo Palermo, secretario nacional de la patronal de médicos italiana

  • "Lo que ha ocurrido a mediados de febrero en Italia, es lo que pasa ahora en Alemania, Francia o España"

  • "La experiencia italiana debería ser útil para otros y creo que los españoles están minusvalorando la situación"

Los médicos italianos llevan tiempo insistiendo en que la única herramienta para frenar la propagación del coronavirus es tomar medidas drásticas para aislar a la población. Los hospitales del norte ya están al límite y sólo así se puede evitar el colapso del sistema sanitario. Actualmente 5.000 de los 8.000 contagiados por este virus están ingresados en centros hospitalarios, mientras que 463 personas han fallecido.

Por eso ahora el personal médico aplaude la decisión del Gobierno de ampliar las medidas restrictivas a todo el país. La gente sólo puede moverse con un justificante que acredite que tiene un motivo importante para hacerlo. Carlo Palermo, secretario nacional de la principal patronal médica, Anaao, recuerda que el resto de países deberían mirar con atención lo que ocurre en Italia.

¿Cree que son adecuadas las últimas medidas del Gobierno italiano?

Transformar toda Italia en zona roja era fundamental. Y es algo que deben considerar muy atentamente todas las naciones, no es una exageración. Hablamos de un virus altamente contagioso, que crece a ritmos diarios impresionantes y si no es contenido pone en riesgo al 30 o 40% de la población. No tenemos anticuerpos, ni vacunas, por lo que las medidas que podemos adoptar son las del 1.400, en tiempos de la peste. Es decir, limitar al máximo todas las actividades sociales, estar en casa y seguir con responsabilidad las actuaciones del Gobierno.

¿No teme que la gente se asuste más de la cuenta?

Italia se juega su futuro en los próximos 15 días. Si no conseguimos contener la difusión del virus y bajar el pico, asistiremos al colapso del sistema sanitario nacional. En las regiones donde se ha concentrado la epidemia ya estamos muy cerca de alcanzar la saturación de camas. Tenemos que tener capacidad de reanimación para otras enfermedades graves. Por eso la gente debe aceptar las medidas con disciplina y responsabilidad. Sé que es un periodo duro, pero es necesario estar en casa y observar lo que ha pasado en China, porque después de ese momento la situación se vuelve manejable. En caso contrario morirán muchas personas.

¿Quiere decir que un paciente que tenga otra dolencia no puede ser atendido? Los médicos del norte hablan de una situación de guerra, en la que hay que dar prioridad y, en este caso, la prioridad está en el coronavirus.

Exacto, se está aplicando un protocolo para grandes desastres. Los casos graves del Covid-19 afectan al 10% de los infectados y si no los frenamos corremos el riesgo de llegar a una condición límite, en la que los sanitarios deban elegir a quién destinar los pocos recursos que nos quedan.

En paralelo, el Gobierno ha doblado los recursos para los hospitales del norte.

Sí, ha aumentado el número de camas para cuidados intensivos en un 50% y esto es fundamental para la cura, porque hablamos de gente que necesita respiración asistida. Además, han contratado 20.000 nuevos efectivos, de los que 5.000 son médicos y 15.000 enfermeros y otros profesionales. Esto cuesta 1.000 millones de euros sólo en personal.

Pero Italia partía con un déficit importante en este sentido.

El servicio sanitario nacional llega a esta crisis con el agua al cuello. Después de la crisis de 2009 no ha recibido una financiación adecuada. El incremento global ha sido de 8.800 millones en 10 años, un 0,9%, que es menor que la inflación acumulada. Es decir, en términos reales se ha reducido la inversión sanitaria. Si comparamos con otros países de Europa occidental, nosotros gastamos un 35% menos. La financiación italiana está por debajo de la media OCDE. Estamos alrededor del 8,8% del PIB del gasto público, cuando Francia o Alemania van al 11-12%.

¿Se ha privilegiado, mientras tanto, el sistema privado?

Sobre todo en algunas regiones, como Lazio, Lombardía, Véneto o Emilia Romaña. Si llegan menos recursos desde el Estado a las regiones, se ve un incremento del privado. Y, ¿qué sucede? Que se reduce el personal. En la última década, hemos perdido 46.000 trabajadores en el sistema sanitario, de un total de 600.000.

Es decir, faltan medios.

Y luego tenemos el personal médico más anciano del mundo, con una edad media de 52 años. Esto significa que próximamente habrá una salida masiva, calculamos que en los próximos ocho años se jubilarán 50.000 médicos en hospitales, de los que 16.000 son especialistas. Y como no hemos hecho una buena programación, no habrá una sustitución suficiente.

El déficit se ve sobre todo en ciertas regiones. El pasado verano, en Molise, en el centro del país, tuvieron que recurrir a médicos jubilados y militares.

Sí, hay regiones con un mayor déficit a las que se les ha impuesto medidas draconianas que no permiten nuevas contrataciones. Hablamos de Lazio, Molise, Campania, Calabria y Sicilia. Aquí tenemos una gran carencia de médicos y de camas en los hospitales. En Calabria y Campania tienen una ratio de 2 camas por cada 1.000 habitantes. El estándar italiano es de 3,2 y el europeo de 5 por cada 1.000.

Habla de prácticamente todo el sur del país. El virus se ha propagado en el norte. Pero, ¿qué hubiera pasado si hubiera surgido en el sur o si se trasladara de forma masiva allí?

Hasta cierto punto, uno puede pensar que menos mal que ha pasado en el norte. Ahí sí que entraría en colapso todo el sistema sanitario nacional. En la zona meridional los problemas serían mayores porque la capacidad de respuesta en términos de camas, recursos y personal serían muy inferiores. Si hubiéramos tomado medidas de aislamiento antes, hubiéramos mantenido más bajo el pico epidémico y seguramente tendríamos un porcentaje más bajo de casos en terapia intensiva. Para nosotros los casos graves son el 10%, mientras que en China fueron el 5%. Esto está ligado, sin duda, al nivel de los recursos en la sanidad. La experiencia italiana debería ser útil para otras naciones sobre las cosas que se deben hacer y las que no. Y creo que sus connacionales y otros países lo están minusvalorando mucho.

¿Cree que el ejemplo italiano es positivo? Se ha visto mucha descoordinación.

Al margen de las incertezas iniciales, que son muy comprensibles ante un fenómeno nuevo, los procedimientos son todos útiles. Sirven para afrontar una enfermedad grave, no hablamos de una simple gripe, con un porcentaje alto de casos graves y muy contagiosa. Y, sobre todo, es imprescindible tener absoluta transparencia, no se pueden ocultar casos. Pienso que Italia ha entrado antes en esta crisis y por eso estará entre las que antes salgan. Lo que ha ocurrido en Italia a mediados de febrero es lo que está ocurriendo ahora en otros países como Alemania, Francia o España. Es una cuestión matemática. Si yo estuviera en el lugar de los gobernantes españoles, estudiaría a fondo lo que ocurre en Italia.

¿Qué más se puede hacer desde el punto de vista médico?

El personal sanitario italiano, que se está comportando de modo heroíco, está pagando un precio altísimo, porque el 12% de los infectados son sanitarios en las zonas más afectadas. Debe haber concursos públicos para contratar doctores y especialistas. Y es fundamental que tengan todos los mecanismos individuales de protección, porque si se infecta un médico ponemos en riesgo a todo el centro. Proteger a los médicos significa proteger a todos los ciudadanos.