Millones de chinos desafiaron al frío y salieron a las puertas de sus casas para celebrar la llegada del Año de la Serpiente. Como manda la tradición, a las doce de la noche el estruendo de los petardos y fuegos artificiales fue ensordecedor, aunque en Pekín la intensidad fue menor que otros años. El Gobierno chino teme que la pólvora agrave la contaminación que durante nada más y nada menos que 23 días el pasado mes de enero superó los niveles considerados como dañinos para la salud en la capital. Por eso este año se ha desincentivado su venta y se ha reducido el número de puntos de venta de petardos. Pero a pesar de que las ventas han caído un 37%, durante la primera jornada de la Fiesta de la Primavera ya se han vendido 260.000 cajas de material pirotécnico. Los pequineses podrán seguir tirando petardos hasta el próximo 24 de febrero, pero si la contaminación empeora puede que el gobierno los prohíba.