Todos (menos Biden) contra Trump

  • La unidad de todos los demócratas para recuperar la Casa Blanca

Unión, empatía, decencia, honestidad, experiencia, responsabilidad y liderazgo han sido los términos más usados en estos cuatro días de Convención Nacional Demócrata que terminaron anoche. Aunque también se ha hablado de economía, futuro y progreso, este gran espectáculo televisivo que ha reunido de forma virtual a todos los delegados del partido, desde diferentes lugares del país, se ha desvelado sobre todo como una apuesta por las emociones y los valores a fuerza de recordar lo que puede aportar Biden y lo que ya ha traído Trump.

“Es con un gran honor y humildad que acepto esta nominación para presidente de los Estados Unidos de América”, dijo Joe Biden en el papel de poli bueno en su discurso de ayer, en el que también recordó, con un guiño al futuro, que “esta elección determinará cómo veremos a Estados Unidos por mucho tiempo”. Pero fue Barak Obama quien, contra pronóstico, adoptó el papel de súper malvado al advertir de forma más dura contra el actual mandatario. “Donald Trump no ha estado a la altura del cargo porque no puede y las consecuencias de ese fracaso son graves”, declaró en su discurso del miércoles. “Simplemente no se toma el trabajo en serio”, añadió en una de las críticas más duras que se recuerdan entre expresidentes.

También Bill Clinton, que ha participado en cada Convención Nacional Demócrata desde 1980, habló el pasado martes con un discurso inusualmente breve pero contundente: “Si quieres un presidente que defina el trabajo como pasar horas al día viendo la televisión y atacando a la gente en las redes sociales, él es tu hombre”, dijo en una clara crítica a Trump adaptada en su duración al necesario formato televisivo al que se ha recurrido por la pandemia.

Unidad y liderazgo

En una gala final en la no hubo globos ni bailes como otros años, la convención demócrata, en la que han intervenido todos los precandidatos demócratas a la presidencia del partido, terminó con el mensaje de que la unión hace la fuerza. El respaldo y cierre de filas alrededor del tamdem Biden-Harris por parte de Bloomberg, Buttigieg, Sanders, Klobuchar o Warren, entre otros, ha sido unánime para transmitir un no al miedo y la división a un país que necesita de todas sus fuerzas para afrontar una necesaria recuperación económica y de alarma sanitaria.

Para ello y mostrando una calculada energía de cuya falta le acusan su detractores, Joe Biden habló en sus discursos de futuro, unión y empatía. El objetivo: superar cuanto antes la pandemia, el desempleo, el racismo y la violencia policial. Un dardo directo a la petición de voto de los más afectados por esta situación, que son las minorías negras, latinas y asiáticas. Tampoco se quedaron fuera los colectivos que agrupan a los colectivos de sindicatos, jóvenes o veteranos de guerra.

A estos últimos, así como a los militares y trabajadores de los servicios de inteligencia, se dirigió el segundo día el exgeneral Colin Powell, que fue secretario de Estado bajo el gobierno del republicano George Bush. “Biden, como comandante en jefe, confiará en nuestros organismos de inteligencia y se enfrentará a nuestros adversarios con fuerza y experiencia, ellos sabrán que hablamos en serio” dijo aludiendo a la necesidad de un liderazgo internacional de los Estados Unidos cuestionado en estos momentos.

También mostró un tono más duro que Biden su vicepresidenta Kamala Harris, que llegó a decir que reconoce un depredador en cuanto lo ve, en clara alusión al actual mandatario y que “no existe una vacuna para el racismo, tenemos que trabajar”, sentenciando en su rol de primera mujer negra en optar a la vicepresidencia de los Estados Unidos, defensora de las minorías raciales. Con un buen discurso, Harris apuntala así las encuestas que la sitúan junto al candidato demócrata a la presidencia con un 53% de intención de voto frente al 43% de Trump y Pence, según el último sondeo de Washington Post-ABC News.

Redes sociales y contraprogramación

Este despliegue mediático por el que han pasado personajes tan dispares como Sally Yates, la fiscal general interina despedida por Trump; la actriz Eva Longoria, que dinamizó una de las sesiones; Jill y Hunter Biden, mujer e hijo del candidato demócrata o la ex embajadora de Estados Unidos en Ucrania Maire Yovanovich, que fue destituida por el actual mandatario, tendrá su réplica la próxima semana con la Convención Nacional Republicana.

Antes, y coincidiendo con el encuentro demócrata, Donald Trump ya dio varios mítines en Pennsylvania, un estado crucial en las elecciones que en las pasadas elecciones del 2016 cambió su voto en favor de los republicanos. Pero quizá el acto más destacado de contraprogramación ha sido la inversión millonaria realizada por el equipo de Trump para cubrir de anuncios digitales las principales plataformas y medios de comunicación. Desde YouTube a The Wall Street Journal, pasando por Fox News, la publicidad republicana ha estado presente de forma paralela a la convención demócrata en estos últimos días.

Este intento de restar protagonismo a sus rivales, antes de que el partido republicano inunde los medios con su propio encuentro, muestra que Trump está preocupado por su reelección y el tirón de sus contrincantes políticos pero también desvela que sigue confiando en su experiencia para manejar las audiencias. Veremos si la acusación que ha recibido estos días de ser un “gran presidente para las personas que quieren entretenimiento (pero no liderazgo)”, como dijo Bill Clinton, será suficiente para conseguir la reelección.