En Egipto, hoy los cadáveres se acumulan en las morgues. En la calle la sangría producida por los enfrentamientos entre partidarios y detractores del expresidente derrocado Mohamed Morsi se repite, y los heridos se cuentan por decenas. Hay más de 100 muertos según los Hermanos Musulmanes, aunque el Ministerio de Sanidad afirma que son 20 los fallecidos.
Mohamed Morsi ha sido acusado de espionaje y de conspiración con Hamás y sigue en paradero desconocido. Sus partidarios llevan un mes en la calle, y anoche los militares trataron de disolverlos con gases lacrimógenos y munición real.
Al otro lado se manifiestan los partidarios del comandante en jefe de las fuerzas armadas, Abdelfatah al Sisi. Son las dos caras de un país que parece no haber superado todavía su primavera árabe.