"Todos los días los servicios de seguridad interior desmantelan redes y frustran actos que podrían haber sido dramáticos", ha explicado Cazeneuve en declaraciones recogidas por el diario 'Le Figaro'.
Cazeneuve comenta así la información publicada por 'Le Parisien', según la cual en julio un joven del barrio parisino de Créteil, Mohamed O., fue detenido a su regreso de Siria, donde participó en un campo de entrenamiento del Estado Islámico. El hombre se había presentado voluntario junto a otro francés para perpetrar un atentado suicida en Líbano y el Estado Islámico financió su viaje, pero finalmente el plan fue abandonado.
Mohamed regresó entonces a Francia, donde entró en contacto con un miembro del Estado Islámico al que le informó de su "disposición a trabajar" y mencionó a Merah y Nemmouche, los terroristas que mataron a tres paracaidistas y tres estudiantes de una escuela judía en Toulouse y Montauban (Mohamed Merah) y a cuatro visitantes del Museo Judío de Bélgica (Mehdi Nemmouche).
Entonces comenzó a investigar sobre cómo comprar armas y sobre lugares de culto chií en Francia, pero los servicios de inteligencia, que le hacían seguimiento, decidieron detenerle ante la posibilidad de que perpetrara algún atentado.
La emisora RTL también informó de la detención hace aproximadamente un año de un individuo, Lyes D., en la región de Norte-Paso de Calais, que tenía en su posesión un manual para la fabricación de una bomba y una carta con formato religioso como las que se escriben antes de un atentado suicida.
Por último, en Niza y también según RTL, fue detenido Ibrahim B., quien estaría planeando un atentado contra las fiestas de carnaval, en febrero. Ibrahim estuvo en Siria y se unió al Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria y cruzó la frontera entre Turquía y Grecia con un USB que contenía documentos sobre la fabricación de explosivos. Tras su detención se le incautaron tres latas de TATP, un explosivo artesanal que tenía previsto utilizar en un atentado similar al del Maratón de Boston.