La nueva normalidad tras la epidemia: China mantiene restricciones pese a los pocos contagios

  • El país ha vuelto a cerrar cines y algunos lugares turísticos tras reabrirlos

  • Las autoridades temen una nueva oleada de casos tras la vuelta de infectados desde el extranjero, que ya son alrededor de 1.000

  • “Se está alargando más de lo que esperaba”, comenta Ana, que sigue trabajando solo dos días por semana

Las cifras oficiales de contagios locales en China son prácticamente cero desde mediados de marzo. El dirigente chino, Xi Jinping, viajó a Wuhan, epicentro del brote, el 10 de ese mes como muestra de que el país estaba superando la enfermedad. Los hospitales de emergencia construidos en Hubei fueron cerrando y las redes se llenaron de imágenes de médicos quitándose sus mascarillas para celebrar el triunfo.

Yo solo me la quito cuando voy a pasear al parque y encuentro un lugar vacío”, afirma Li, una joven residente en la capital china a la que la empresa estatal para la que trabaja le sigue prohibiendo viajar para evitar riesgos de contagio. “Espero que la situación mejore hacia finales de abril, no quiero pasarme toda la primavera en Pekín”, se queja.

La caída de los casos locales no ha traído consigo una normalización total de la vida todavía. China se mantiene en un ínterin que no se sabe hasta cuándo va a durar, especialmente en la capital, prioritaria para el Gobierno.

“Espero poder volver a Pekín en junio”, dice Yan, que se fue a su pueblo en otra provincia por las vacaciones del Año Nuevo Chino hace dos meses y todavía no ha podido regresar. “En mi caso, tendría que pasar 14 días de cuarentena en un hotel si vuelvo ahora y es muy caro. Prefiero esperar”, comenta.

Los controles de temperatura continúan en la mayoría de edificios de Pekín, es necesario guardar una distancia de seguridad en los restaurantes y muchas empresas mantienen sus horarios reducidos.

Esto se está alargando más de lo que yo esperaba”, comenta Ana, una española que vive en China y sigue trabajando solo dos días por semana. “Las medidas de seguridad no solo no se relajan, sino que algunas son más estrictas cada vez. Pensaba que en abril mejorarían las cosas, pero visto como está la situación no creo que vaya a ser así”, lamenta.

Levantamiento de restricciones y marcha atrás

El camino de vuelta a la normalidad total no es corto y tampoco parece que vaya a ser recto. En las últimas semanas las ciudades chinas han reabierto sus tiendas y la producción se va recuperando. Hubei ya permite a los ciudadanos entrar y salir de la provincia y la ciudad de Wuhan lo hará a partir de esta semana. Pero hay lugares que han ido demasiado lejos y han tenido que volver a imponer medidas de control que habían retirado.

La semana pasada, tras haberlos reabierto, China volvió a cerrar cines hasta nuevo aviso por miedo a que fueran un foco de contagio, a pesar de que poca gente se atrevió a ir a las salas en los días que proyectaron películas. El Centro Nacional de Artes Escénicas, el principal teatro de Pekín, también ha cancelado su programación de abril.

Shanghái ha hecho lo mismo con sus principales atracciones turísticas. Las abrió, pero volvió a cerrar 25 de ellas hace unos días, como los observatorios de sus rascacielos más altos.

En otros casos, los cierres han ido más allá y han supuesto la vuelta de las cuarentenas. La provincia de Henan, colindante con Hubei, volvió a imponer restricciones de movimiento este miércoles en el condado de Jia, de 600.000 habitantes. En algunas zonas del distrito, los comercios vuelven a estar cerrados y los vecinos necesitan autorización para salir de casa.

“La gente espera, por un lado, una gestión estricta y, por otro, volver a hacer su vida normal. El Gobierno trata de combinar ambas partes”, opina Rong, médico en Pekín. “Las restricciones que haya dentro de China dependerán del desarrollo de la epidemia fuera”, asegura.

Miedo a un nuevo brote

El Gobierno teme un nuevo brote por la llegada diaria de varias decenas de ciudadanos chinos infectados procedentes de Europa y EEUU, por lo que se han reducido drásticamente los vuelos internacionales, se han endurecido las medidas de control y todos los que entran en China deben permanecer 14 días de cuarentena en hoteles designados para tal fin. El total de casos importados se sitúa ya alrededor de los 1.000.

El epidemiólogo Benjamin Anderson asegura en la revista Science que China va a tener que actuar de forma muy rápida en la detección de nuevos casos. “La estrategia del país parece estar siendo efectiva hasta ahora para evitar un resurgimiento pero, con el virus circulando por el mundo, los casos importados van a producir nuevos contagios inevitablemente”, opina.

Además, muchos temen que las cifras oficiales de casos locales no sean reales y siga habiendo nuevos casos que las autoridades no publicitan para poder declarar el triunfo contra la epidemia. La otra amenaza son los casos asintomáticos. Desde esta semana, el Gobierno chino hace públicos los que detecta, que son varias decenas al día y ya suman cerca de 1500.

Zhang Wenhong, un reputado médico chino y director del departamento de enfermedades infecciosas del Hospital Huashan de la Universidad de Fudan, en Shanghai, asegura en el diario China Daily que hay posibilidades de que la epidemia en el país caiga en verano, vuelva en invierno y alcance de nuevo un pico en la primavera de 2021, especialmente ahora que es una pandemia global.

Una segunda ola en Asia

Pero China no quiere seguir el camino de otros lugares de Asia, que controlaron la epidemia en sus territorios de forma efectiva al principio del brote, pero vuelven a ver ahora un incremento de contagios, principalmente producidos por ciudadanos de vuelta de Europa y EEUU.

Es el caso de Japón, Taiwán o Singapur, que se están viendo obligados a imponer nuevas restricciones cuando parecía que lo peor había pasado. En Hong Kong, donde la vida había vuelto a la normalidad, los contagios se han acelerado y el territorio ha tenido que clausurar parques y mandar a los trabajadores de nuevo a casa. Este viernes entró en vigor una nueva norma en la ciudad por la cual los bares tienen que permanecer cerrados durante dos semanas.

Asia muestra que, tras el pico de la epidemia y el levantamiento de las cuarentenas, no llega la normalidad sino una etapa de menores restricciones intermitentes.

El Imperial College de Londres publicó un informe a mediados de marzo que afirmaba que la única forma efectiva de reducir contagios y muertes hasta que haya una vacuna son las medidas de aislamiento. “Si se levantan estas medidas, volverán los contagios”, aseguraba.

Sin embargo, los científicos miran con expectación el caso chino, donde parece no haber, por el momento, una nueva explosión local de la enfermedad a pesar del fin de las cuarentenas. Y coinciden en que lo que ocurra en las próximas semanas tras la reapertura de Wuhan será clave.