La mujer británica que hizo de las compresas una misión de vida

Informativos Telecinco 05/12/2015 09:30

En su cocina en un pueblo en Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, Amy Peaks experimenta con distintos tipos de compresas fabricadas en India para ver cómo de absorbentes son.

"Nunca esperé convertirme en una experta en toallas sanitarias", ha explicado Peake a BBC Mundo, riendo ante la dirección inesperada que ha tomado su vida.

Su obsesión comenzó una mañana en marzo del año pasado cuando fue al médico. Mirando una revista en la sala de espera del consultorio, vio una foto de cientos de desplazados haciendo fila en la capital siria, Damasco, para recibir ayuda alimentaria tras un bombardeo.

En el primer lugar de la fila había una mujer y Peake se preguntó: "¿Qué haría yo si estuviera en su lugar? ¿Si mis hijos estuvieran allí? ¿Y si tuviera mi período?

Cuando llegó a casa, en una coincidencia increíble, su marido le enseñó un artículo en el sobre Arunachalam Muruganantham, un hombre en India que había inventado una máquina para producir toallas sanitarias baratas, tras darse cuenta de que su esposa y millones de mujeres indias usaban trozos de trapo durante sus períodos.

Muruganantham quería que fueran las propias mujeres en comunidades pobres las que fabricaran las compresas. Peake pensó inmediatamente: "Esa máquina debería estar en los campamentos de refugiados".

"Fue uno de esos momentos que nos asustan un poco, cuando sentimos que nos hallamos frente a frente con lo que hemos estado buscando toda la vida".

De Inglaterra a Jordania

Peake llamó a su Proyecto Loving Humanity, o ‘Humanidad amorosa’, y comenzó a buscar patrocinadores. ¿Pero quién iba a escuchar a una profesora de yoga sin experiencia en negocios? Ninguna de las principales agencias de ayuda humanitaria respondió a sus llamadas. Así que después de seis meses, Peake decidió cambiar de estrategia.

Primero buscó el apoyo del Club de Rotarios local, integrado en su mayoría por hombres de unos 70 años visiblemente incómodos al discutir compresas y períodos pero que, aún así, respaldaron su proyecto.

En segundo lugar recolectó unos 40 kilos de ropa de bebé donada y la llevó ella misma a Jordania, que alberga más de millón de refugiados sirios. Con ayuda de voluntarios locales, llegó al principal campamento de refugiados en territorio jordano, Zaatari.

Cerca de 80.000 refugiados viven allí en contenedores transformados en casas. Poco después de llegar al campamento, Peake se dio cuenta rápidamente de que el desafío era mucho mayor del que imaginaba.

Cerca de uno de cada cuatro residentes del campamento necesita toallas sanitarias. La ONU distribuye compresas a mujeres entre 14 y 45 años, pero nunca alcanzan. Y Peake descubrió que también se necesitaban urgentemente toallas para casos de incontinencia en personas mayores, enfermos, discapacitados y niños traumatizados.

Máquina de compresas

El primer viaje a Jordania fue en noviembre de 2014. Unas semanas después Peake ya se encontraba rumbo a Coimbatore, en el sur de India, para conocer a Muruganantham.

Aprender a usar la máquina ideada por Muruganantham le llevó menos de 15 minutos. La pulpa de celulosa es molida, el material resultante es envuelto en un material antibacteriano y la toalla es colocada bajo una luz ultravioleta 30 segundos para ser desinfectada. Pero había un problema.

El precio que cobraba Muruganantham por los materiales era demasiado alto. Enviarlos desde India a Jordania cada cuatro meses costaría unos 5.000 dólares (4.598 euros), un coste demasiado alto para que el proyecto fuera autosustentable. Sin embargo, a pesar de no revelar los secretos sobre materias primas, Muruganantham, sí había permitido a otros copiar su máquina.

Socios ideales

Casi un año después de su primer viaje a India, Peake regresó para reunirse con alguien que usaba una versión modificada de la máquina en Vadodara, un pueblo en el estado de Gujarat, en el este del país. Era Swati Bedekar, quien trabajaba como asistente en una escuela hasta que se dio cuenta de cuantas adolescentes abandonaban el colegio cuando empezaban a menstruar. En algunas zonas rurales de India muchas mujeres usan trapos poco higiénicos o incluso se obliga a las jóvenes a sentarse en una bacinilla o pelela llena de arena.

Bedekar compró máquinas de Muruganantham en 2010 y ahora cientos de mujeres en Vadodara se ganan la vida fabricando toallas sanitarias.El esposo de Bedekar, Shyam, modificó algunas piezas de las máquinas haciéndolas más silenciosas y pequeñas.

Sus compresas se ven diferentes. Tienen alas para fijarlas a la ropa interior, algo que Muruganantham consideraba una complicación innecesaria. Y sobre todo, el costo de la materia prima era menor. Peake sintió que había encontrado a su social ideal, pero quiso hacer otra visita.

Fue a Afzal Sheikh, quien está basado en Bombay y sus materiales eran aún más baratos que los de Bedekar. La máquina adaptada por Sheikh producía también celulosa más mullida, ideal en el caso de compresas para incontinencia.

Con dos socios potenciales, y con una maleta llena compresas de bajo costo, Peake regresó el mes pasado a Zaatari.

"Por favor, ¡dese prisa!"

Es el quinto invierno en el campamento para muchos refugiados en Zaatari y la situación es desesperada. Los refugiados reciben vouchers equivalentes a unos US$28 al mes y compran lo que pueden en el mercado del campamento. Hay compresas a la venta, pero el costo es muy alto, y las que distribuye la ONU se acaban enseguida.

Una adolescente contó a Peake que le da vergüenza pedirle a su padre que le compre toallas y, como otras jóvenes, usa trapos que por falta de agua y jabones adecuados es muy difícil limpiar adecuadamente.

Una madre se acercó a Peake para pedir compresas para sus cuatro niños traumatizados, que se orinan en la cama. "Por favor, dese prisa, porque se acerca el invierno y es muy difícil mantenerlos secos", le dijo.

Toallas para adultos

Peake visitó también a un hombre de más de 100 años, que tras dos años obtuvo una cama. Antes yacía en el suelo. Su hija relató con lágrimas en los ojos que no puede comprar pañales para adultos porque un paquete de 12 cuesta casi siete dólares, un cuarto de su salario.

Recientemente Amy Peake recibió finalmente la noticia que esperaba. El representante de la ONU y administrador del campamento, Hovig Etyemezian, está dispuesto a probar la iniciativa como un piloto de seis meses. Las trabajadoras que fabriquen las compresas recibirán un pequeño salario.Si la iniciativa funciona en Zaatari, puede dar resultado en otros sitios. "Mi visión es que estas máquinas ayuden y den trabajo a mujeres pobres en todo el mundo", explica Peake. "Este Proyecto va mucho, mucho más allá de períodos o toallas sanitarias (…) "Se trata de algo vital para las mujeres".