Crisis Rabat-Moscú: ¿un nuevo frente abierto para Marruecos?

Alegando “problemas de agenda del presidente Putin”, Rusia cancela a pocos días de su celebración el VI Fórum Ruso-Árabe, previsto para el pasado 28 de octubre en Marruecos. El 20 de octubre, un alto funcionario de la Cancillería rusa recibe en Moscú a una delegación del Polisario
La buena relación de Rusia y Argelia no gusta a Marruecos en un momento en que Rabat busca cada vez más apoyos inequívocos a su posición en el conflicto del Sáhara
La crisis abierta con Moscú se suma a las que Marruecos mantiene con Alemania y España a propósito de la cuestión saharaui
A la orgullosa e hiperactiva diplomacia marroquí de los últimos meses le han saltado chispas en un nuevo frente. En pleno divorcio con los vecinos argelinos, con el proceso de normalización con España inconcluso y la crisis con Alemania aún abierta, el último desencuentro marroquí se ha producido con un país lejano, aparentemente poco relevante para Rabat, pero con el que llevaba tejiendo lentamente una sólida alianza en los últimos años: Rusia. La discreción es marca de la casa en Rabat y Moscú. Lo inadvertido de la grieta abierta este mes de octubre lo confirma. La razón del desencuentro –como en las otras crisis activas para Marruecos-: el conflicto del Sáhara Occidental y el apoyo ruso a Argelia. El tiempo dirá si se cierra la grieta o el problema se enquista o agrava.
¿Por qué ahora esta crisis? El aparente desencuentro entre Rabat y Moscú, como los que Marruecos mantiene aún con España o Alemania –dejando al margen el divorcio con Argelia- no se explica sin un hecho: el reconocimiento en diciembre de 2020 por parte de la Administración estadounidense de la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española. Un reconocimiento que llegó vinculado al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel.
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La creación de un eje Rabat-Washington-Tel Aviv en la región, que explica en parte el envalentonamiento de la política exterior marroquí a lo largo de los últimos meses, no gusta nada a Argelia. Moscú, socio tradicional de Argel –alianza forjada en tiempos de la guerra fría-, vende más armas a la República magrebí que a todo el resto de África (las compras más recientes alcanzan los 15.000 millones de dólares, según el digital The Arab Weekly). El suministro de armas rusas a Argelia en un momento como el actual, con los ánimos a flor de piel en Argel, no es tampoco del agrado para Marruecos.
Al ser cuestionada, en junio pasado, por la opinión de Rusia sobre el paso dado por la Administración Trump respecto a la cuestión saharaui, la portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, María Zajárova, afirmaba: “Consideramos que la decisión de la Administración estadounidense atenta contra el marco jurídico internacional generalmente reconocido para solucionar el dossier del Sáhara Occidental”. En aquella comparecencia, la vocera de la Cancillería rusa se expresaba a favor de la celebración del referéndum como solución al conflicto, como antes había hecho el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov. Recordemos que el representante oficial del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental y jefe de la Minurso desde agosto de este año, Alexander Ivanko, es ruso.
Agenda diplomática de "desencuentros"
Si las diferencias entre Marruecos y Rusia no son nuevas, el desencuentro actual ha acabado manifestándose en unas pocas fechas durante el mes de octubre. Todo comenzó el pasado día 5. El embajador ruso en Moscú, Valerian Shuvaev, anunciaba en su perfil de Twitter que “por decisión de las autoridades marroquíes, los vuelos directos entre Rusia y Marruecos se han suspendido”. Una decisión inesperada entonces, luego replicada por Rabat también por razones sanitarias con otros países (Reino Unido, Alemania y Países Bajos, con los cuales el flujo humano con Marruecos es muy superior).
Dos días después, el viceministro ruso de Exteriores Serguéi Vershinin y el embajador marroquí en Rusia Lotfi Bouchaara se reunían en Moscú. La nota emitida por la Cancillería rusa destacaba que las dos partes “intercambiaron opiniones sobre cuestiones relacionadas con la agenda del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas” con especial atención al acuerdo sobre el dossier saharaui “a la luz de la próxima consideración de la materia por parte del Consejo de Seguridad”. Según el Ministerio ruso de Exteriores, los representantes ruso y marroquí subrayaron “el papel estabilizador de la Minurso”.
A comienzos de la semana siguiente, el 11 de octubre, era el turno de Rusia que, a través de una comunicación de su Embajada en Egipto a la Liga Árabe, decidía suspender la sexta edición del Fórum de Cooperación Ruso-Árabe, la cual debía haberse celebrado este 28 de octubre en Marruecos. El motivo esgrimido por las autoridades rusas dejaba entrever que algo no marchaba bien: “cambios en la agenda del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov”, debidos, a su vez, a “cambios en la agenda del presidente de la Federación de Rusia Vladímir Putin”.
Una fuente en el Ministerio marroquí de Exteriores citada por el digital oficialista Le360 aseguraba, con ánimo de despejar cualquier duda sobre la posibilidad de una crisis bilateral, que el pasado 15 de octubre Rusia y la Liga Árabe se pondrían de acuerdo para anunciar una nueva fecha para el evento. No ha sido así.
Además, días después de la suspensión de las conexiones aéreas entre Rusia y Marruecos –sin que haya transcendido la fecha exacta- el embajador ruso en Marruecos, Valerian Shuvaev, fue convocado en Moscú por las autoridades de su país, según se hicieron eco medios marroquíes.
Recibimiento ruso al Polisario
La secuencia de hechos prosigue –y culmina- el día 20 de octubre con el recibimiento en Moscú –el encargado del mismo fue el enviado ruso para Oriente Medio y África, Mikhail Bogdanov- de una delegación del Frente Polisario. La representación de la organización saharaui estuvo compuesta por el secretario general del Polisario Abi Bouchraya Bachir, el coordinador de relaciones con la Minurso Sidi Mohamed Omar y el representante del Frente en Moscú Ali Salem Mohamed Fadhel.
Un mensaje de Moscú a Rabat: Rusia quiere jugar un papel más importante en el conflicto. Recordemos que la reunión del Consejo de Seguridad para aprobar la prolongación del mandato de la Minurso es inminente.
“El ‘timing’ de la decisión rusa de recibir a la delegación del Polisario demuestra que Moscú quiere chantajear y ejercer presión a Marruecos, especialmente en la coyuntura actual”, marcada por la tensión entre las dos partes”, afirmaba al digital The Arab Weekly Mohamed Lakreni, profesor de Relaciones Internacionales.
Un día después, el 21 de octubre, el propio enviado ruso para Oriente Medio y África Mikhail Bogdanov y el viceministro de Exteriores ruso Serguéi Vershinin recibieron al embajador marroquí Lotfi Bouchaara en Moscú para tratar distintas cuestiones de la agenda bilateral. Entre ellas, las dos partes abordaron en el encuentro mantenido en la capital rusa los preparativos de la próxima celebración de la VIII reunión de la comisión mixta Rusia-Marruecos de cooperación económica, científica y técnica, aunque no se avanzaron fechas. Asimismo, los representantes de los dos países salieron al paso del “pretendido enfriamiento” destacando que las relaciones entre Moscú y Rabat se desarrollan de forma “dinámica” y “mutuamente beneficiosa”.
Mientras tanto, las relaciones entre Rusia y Marruecos, empezando por los intercambios comerciales, a pesar de ser aún modestos, marcan una tendencia al alza, convirtiendo a Marruecos en el mejor cliente ruso en África. No en vano, desde hace varios años, Rusia y Marruecos venían tejiendo una alianza en distintos terrenos. Una nueva etapa cuyo hito principal de apertura fue la visita en 2016 del rey Mohamed VI a Rusia. Los dos países han firmado acuerdos en materia educativa, transporte, alimentación, defensa o energía en los últimos años.
La apuesta africana de Rusia
El acercamiento ruso a Marruecos ha de enmarcarse en una estrategia rusa encaminada a ganar influencia política y económica en el conjunto de África y competir con Estados Unidos y la UE en el continente. Por ejemplo, Moscú está tratando de ganar influencia en el territorio africano a través de la compañía de seguridad privada Wagner.
La firma está presente en países como Libia, Sudán, Guinea-Bisau, Ruanda, Mozambique, República Democrática del Congo, Madagascar, República Centroafricana, Zimbaue, Angola o Botsuana, entre otros. Según datos del medio turco Daily Sabah, el mayor contingente de Wagner se encuentra en Libia, con más de 2.000 mercenarios desde 2017. Según algunos observadores, el Frente Polisario negocia la obtención del apoyo del grupo Wagner, lo que se añadiría por razones obvias a las preocupaciones de Rabat.
La estrategia rusa, en resumen, combina la voluntad de mantener la histórica alianza con Argelia, su tradicional neutralidad en el conflicto del Sáhara Occidental entre Marruecos y el Polisario y el pragmatismo de reforzar la cooperación con Rabat en distintos ámbitos. “No creo que la relación Marruecos-Rusia vaya a deteriorarse ni cambiar a medio o largo plazo. Pero a Rabat le interesa el acuerdo de pesca con Rusia, por el que barcos rusos faenan en aguas marroquíes y del Sáhara Occidental”, explica a NIUS la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Exeter (Reino Unido) Irene Fernández-Molina.
La especialista en política exterior marroquí enmarca la tensión entre los dos países en el contexto de la próxima aprobación de la resolución sobre el mandato de la MINURSO en del Consejo de Seguridad. “Los rusos están echando un pequeño cable diplomático a Argelia porque se lo habrá pedido, pero no creo que tenga mayor trascendencia ni que vaya a cambiar la posición rusa de neutralidad en el conflicto del Sáhara Occidental”.
“Si se han producido estas tensiones ha sido por los coletazos del reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara y también porque en cuestión de días se tiene que aprobar la nueva resolución sobre la renovación de Minurso y cada vez que ocurre se producen este tipo de maniobras diplomáticas y escenificaciones de tensión”, remata a NIUS Fernández-Molina.
¿Es inevitable la escalada? No hay razones, en fin, para creer que Moscú vaya a adoptar un cambio radical en su relación con los dos grandes países de la región magrebí a medio plazo, por lo que las autoridades rusas y marroquíes tendrán que hacer emplearse con templanza y pragmatismo para evitar que la situación se deteriore después de un mes de octubre cargado de tensión. El columnista del digital Le360, quizá el medio próximo al majzén marroquí, Rachid Achachi animaba a Marruecos a concebir de manera inteligente sus relaciones con el gigante euro-asiático. “No se trata en modo alguno de esperar que Rusia cambie de manera espontánea de posición en relación a Marruecos, sino de invertir en un ‘soft power’ intelectual que no dará frutos sino a largo plazo. Recordemos que la temporalidad de los Estados no es la de los diplomáticos”.