La cumbre rechaza el veto que exige Rutte

  • Charles Michel propone un “freno de emergencia” que refuerza las minorías de bloqueo

  • El holandés pide ahora reformas laborales y de pensiones

El Gobierno holandés no conseguirá en esta cumbre su principal objetivo, una especie de derecho de veto sobre los planes nacionales de reformas necesarios para recibir desembolsos del nuevo Fondo anticrisis. Su primer ministro Mark Rutte se quedó este viernes sólo en esa exigencia. El resto de ‘frugales’ (Austria, Dinamarca, Finlandia y Suecia), contaba una fuente diplomática, “quieren cambios, menos dinero, pero tienen voluntad de acuerdo, Rutte está solo”. La delegación española adelantaba anoche que Sánchez no aceptaría de ninguna manera una fórmula que permitiera vetos.

No se puede aplastar la opinión de un país y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, buscaba anoche una fórmula que permitiera a Rutte ‘vender’ el acuerdo en casa. Esa fórmula podría ser un ‘freno de emergencia’. Consistiría en que uno o varios gobiernos (anoche se discutía ese número) puedan objetar algún plan nacional de reformas y llevar la discusión al Consejo Europeo. La propuesta de Michel, que se acercaba a las posiciones de Rutte, molestó a la mayoría. A cambio, fue rechazada por el holandés. Esta madrugada los asesores intentaron pegar los trozos del jarrón roto. A las 11:00, después de unas horas de sueño reparador y un buen desayuno, volverán los líderes.

Esos ‘frenos de emergencia’ no son inéditos pero son una herramienta políticamente tóxica, diseñada para no usarse porque todos podrían usarla contra todos, señalándose en público unos a otros cuando el Fondo ya estuviera aprobado y tuvieran poco que ganar políticamente. Sólo tendría sentido su uso si un Gobierno aparece en Bruselas con un programa de reformas estrambótico y la activación del ‘freno de emergencia’ fuera apoyada por muchos gobiernos.

Casi a medianoche, Rutte seguía instalado en su exigencia de veto a pesar de que los juristas de la Comisión Europea y del Consejo Europeo consideran que sería incluso ilegal. Para la anécdota: el Fondo anticrisis que rechaza Rutte fue diseñado por un amplio grupo de funcionarios europeos, dirigidos por los directores generales de Asuntos Económicos y de Presupuestos. Los dos son de nacionalidad holandesa. En Bruselas se dice siempre que al entrar a trabajar en las instituciones se deja el pasaporte en la puerta.

Rutte tiene más exigencias: pensiones y reforma laboral

El primer ministro holandés tiene voluntad de convertirse en el patito feo de la cumbre. Ayer se sacó otra exigencia de la manga. Mientras Sánchez y el italiano Giuseppe Conte defendían que sus gobiernos tienen voluntad de hacer reformas –en consonancia con las recomendaciones de la Comisión Europea-, Rutte exigió reformas laborales y de pensiones. España ha cumplido en los últimos años dos tercios de las recomendaciones que el Ejecutivo europeo diseña en su ejercicio llamado ‘Semestre Europeo’ mientras los Países Bajos, con Rutte al mando, cumplía apenas un tercio de las suyas.

Italia y España rechazaban anoche que Rutte sea quien para decidir qué reformas deben hacer y que ese papel es nacional y de las instituciones comunitarias, no de un país u otro. Rutte hizo esas exigencias a primera hora ante un grupo de periodistas holandeses pero fuentes comunitarias aseguran que no las repitió en el plenario de líderes. España, recordaban anoche fuentes de Moncloa, es uno de los líderes europeos en transición ecológica, una de las prioridades de la Comisión Europea y a la vez uno de los asuntos donde a la cola del grupo aparecen precisamente los Países Bajos.

Rutte también tiene un relato que vender. A la cadena pública holandesa NOS le dijo que “durante la noche hubo reacciones irritadas” y que se quedó “algo solo”. Refuerza así la imagen que lleva meses intentando mostrar en su país. En febrero Merkel le acusó de ser “infantil”. Anoche el búlgaro Boyko Borissov abandonó el Consejo diciendo que Rutte pretende ser “el policía de Europa”.

Sebastian Kurz también quiere ser un niño malo

El joven primer ministro austríaco mostró ayer una actitud algo extraña. Él, que es siempre tan discreto, repitió declaraciones a la entrada y se desató por la noche en Twitter. Kurz no recibió estas últimas semanas las visitas que recibió Rutte y fuentes diplomáticas llegaban a decir que tenía “celos”. Anoche, tuiteaba que su Gobierno rechaza (nadie más llega a ese punto) que haya dinero en transferencias directas. Kurz llegó a sacar los pies del tiesto en un incidente rarísimo en Bruselas. Ante una cámara de la televisión austríaca llegó a decir que Italia y España son “Estados fallidos”.

Criterios de reparto que tengan en cuenta el impacto real de la pandemia

Michel también estaba anoche barajando modificar la forma en que se asignarían los fondos. Los criterios de su primera propuesta establecían que serían distribuidos siguiendo tres criterios: población, tasa de desempleo y evolución del PIB entre 2016 y 2019. Esa fórmula apenas tendría en cuenta el efecto real de la pandemia pero es ahora mismo la única basada en datos certificados y no en previsiones.

La nueva idea sería dividir los fondos de forma que esos criterios se usaran para el 70% del dinero, que se entregaría en 2021 y 2022. Y se guardaría un 30% para 2023 que se asignaría calculando el efecto real de la crisis en cada país en 2020 y 2021. Una fórmula que contentaría a algunos gobiernos pero que deja la duda de que nadie sabría ahora mismo cuál sería el reparto final y que no gusta en Europa del este, porque esperan que sus economías recuperen en 2021 casi todo lo que perderán este año.

¿Acabar con los cheques?

Michel se enfrentaba a otros problemas para cerrar una nueva propuesta, como la exigencia, según fuentes diplomáticas, del presidente francés Emmanuel Macron de poner fin –o al menos diseñar un horizonte que les ponga fin- a los cheques que reciben Alemania, Austria, Dinamarca, Países Bajos y Suecia para compensarles una parte de su contribución neta al presupuesto comunitario. Otros países que son contribuyentes netos, como Luxemburgo, Bélgica, Irlanda, Finlandia, Francia, Italia y hasta España (que lo es en los últimos cuatro años porque no ha sido capaz de usar todos los fondos que tenía asignados) no tienen derecho a ese cheque.

Salas vacías, líderes solos

La cumbre es extraña para todos. Los dirigentes, por las medidas de distanciamiento contra el virus, están solos en la sala, sin asesor alguno a su lado. Algo que este periodista nunca vio en 15 años. Su capacidad para negociar y su conocimiento de los detalles será más importante que nunca. En la sede del Consejo Europeo no se permitía la entrada ni del personal de prensa de las delegaciones ni de los alrededor de 1.000 periodistas que suelen cubrir las cumbres. Una persona cercana a Charles Michel decía anoche a NIUS: “Acabo de atravesar el Atrium –la gran sala donde se acomoda normalmente la prensa-, está vacío, es muy extraño”.