Egipto se acostó anoche con los Hermanos Musulmanes incendiados de ira. El centenar de mártires que según ellos se sumó el viernes a su causa sólo ha servido para darles más fuerzas en su lucha. Así que convocan a partir de este sábado otros siete días de protestas. Una semana de la ira que ha empezado atrincherándose en una mezquita de El Cairo, convertida ayer en improvisada morgue. Durante toda la noche, un millar de islamistas ha estado encerrado, velando a sus muertos. También han disparado al exterior, a sus sitiadores: la policía y civiles enemigos de los Hermanos Musulmanes. Sólo la amenaza de la fuerza ha hecho desistir a algunos de los atrincherados, sobre todo mujeres y niños, que a mediodía abandonaban la mezquita. Han tenido que recibir protección ante las amenazas de la muchedumbre, evidenciando la fractura de un país donde unos y otros se responsabilizan mutuamente de las matanzas. El gobierno egipcio, que ha detenido a un centenar de simpatizante de los Hermanos Musulmanes, se está planteando ahora ilegalizar la formación. Con su líder, el expresidente Morsi detenido y en paradero desconocido, y con la determinación de los islamistas de volver a las calles, la guerra civil en Egipto es, cada vez más, un escenario más probable.