Elecciones en Estados Unidos: dos jornadas electorales muy diferentes en 2020 y 2016

  • Enorme motivación entre demócratas y republicanos en la jornada electoral, en una jornada discurre sin ningún incidente

Las colas continúan imparables en todos los puntos de votación a lo largo del país. Desde las cinco de la mañana (hora local) los votantes están ejerciendo su derecho al voto en Vermont, el estado que antes ha abierto los centros electorales. En otros ocho (Connecticut, Kentucky, Indiana, Nueva Jersey, New Hapshire, Nueva York, Virginia y Maine) el pistoletazo de salida se ha dado a las 6 horas y a lo largo del día lo harán en el reto de un país cuyo enorme tamaño obliga a hacerlo en diferentes husos horarios.

Nada que ver con los comicios de 2016, en las que aparte de no haber un contexto de pandemia, la participación a estas horas era mucho más baja, al igual que el nivel de tensión y la aceptación de los candidatos. Y es que las elecciones de este año no tienen nada que ver con las de 2016. Joe Biden, el candidato republicano, no se parece en nada a Hillary Clinton y, si bien el candidato republicano de entonces es el actual presidente, su figura ya no resulta una sorpresa. Tampoco la jornada electoral está resultando igual. El candidato demócrata, a pesar de llevar ventaja en las encuestas, se muestra menos confiado que Hillary y está haciendo campaña desde primera hora de la mañana.

Biden ha comenzado la jornada asistiendo a una misa matutina en su ciudad (Willmington, en Delaware) con su mujer, Jill y dos de sus nietas. Después se ha desplazado a Pensilvania a hacer campaña y seguir pidiendo el voto a los ciudadanos. Trump, por su parte, ha comenzado el día tuiteando para pedir el voto y preparándose para acudir a un programa de la cadena televisiva Fox. Él y su vicepresidente Pence harán seguimiento del final de la jornada desde la casa Blanca mientras que Biden y Kamala Harris (tras pasar esta por Michigan) lo harán en la ciudad en la que reside el ex vicepresidente.

Entusiasmo y participación

Las diferencias entre esta jornada electoral y la de 2016, que tuvo lugar como es habitual el primer martes después del primer lunes de noviembre, son notorias. Mientras que hace cuatro años el entusiasmo entre lo votantes no fue destacado (sólo 4 de cada 10 dijeron sentirse emocionados si sus respectivos candidatos llegaban al poder), en esta ocasión está habiendo una enorme motivación a ambos lados. Trump insta a sus seguidores a repetir la victoria mientras Biden se está implicando como no lo ha hecho meses atrás.

Por otra parte, la participación de los votantes ya registrada (casi cien millones de votos por adelantado), supone más de las tres cuartas partes de la que hubo en 2016 . En esa fecha el total de votos fue de 136’6 millones (55’7% de participación) y en esta ocasión hay que sumar el voto de esta jornada electoral que va a buen ritmo, según se puede ver por las colas de ciudadanos esperando para votar en numerosas ciudades y que hacen presuponer un registro histórico.

Polarización y tensión

También en 2016 el nivel de compromiso con los respectivos candidatos fue distinto. Sólo un 42% del total dijo sentirse a gusto con estos mientras que el 25% señaló haber basado su voto en el rechazo al contrario. En esta ocasión la polarización es tal que el país se está acercando a las urnas más dividido que nunca y con un nivel de compromiso mucho mayor con la opción de voto elegida. Especialmente en el caso de los republicanos , que adoran a Trump, mientras que en el de los demócratas lo hacen más ligados a las ideas que el partido representa.

Ello ha contribuido a aumentar el nivel de tensión de esta jornada, que de momento está discurriendo sin incidentes destacados. Algunas ciudades han aparecido con todos sus escaparates tapiados y con más medidas de seguridad de las habituales y se esperan manifestaciones a última hora del día, en sitios como Washington DC, de organizaciones que han solicitado permiso a las autoridades para ello. Las violentas protestas que durante meses han tenido lugar, protagonizadas tanto por la parte más radical del movimiento Black Lives Matter y la extrema izquierda, como por los de extrema derecha, hacen temer nuevas revueltas en función de cómo se desarrolle la jornada.

Fraude y decisión de voto

También el miedo al fraude se ha disparado en estas elecciones respecto a las de 2016. Ese año, la misma jornada electoral, 8 de cada 10 votantes dijeron que confiaban en que los resultados serían contados de manera precisa. Cuatro años después es el propio presidente de los Estados Unidos quien alienta a sus seguidores a desconfiar del recuento de las papeletas, especialmente de aquellas que llegan por correo postal, llegando incluso a alertar de que si pierde será debido al fraude.

En esta ocasión también el voto se ha decidido mucho antes. El hecho de que la pandemia motivara a votar por adelantado a casi 100 millones de personas ayudó a tomar esta decisión de forma anticipada. En 2016, el 26 % estaba decidiendo su voto en septiembre y octubre y el 12% lo hizo en la última semana. De hecho sólo votaron de forma anticipada 47’2 millones de personas, a las que hay que sumar las que no votaron, que también parece que serán mas que las que se abstendrán este año.

Sorpresa

Queda por ver si habrá efecto sorpresa con los resultados este año, que también dan vencedor sobre el tablero al candidato demócrata, aunque con el precedente de 2016, cuando ganó Trump contra pronóstico, el nivel de estupefacción ya no será el mismo.

En esa ocasión, según llegaban los resultados de los estados clave y se iba conociendo la victoria de Trump estado tras estado, el desconcierto de los mercados, los analistas y la población fue subiendo como la espuma. Su victoria en Florida, donde Obama había ganado antes dos veces hora española, dio paso a las victorias en Carolina del Norte y Ohio.

A las 8.40 del 9 de noviembre, hora española, se comunicó que Trump había ganado en Pensilvania y Wisconsin (donde se también habían impuesto con anterioridad los demócratas), lo que dio los 30 votos electorales que el republicano necesitaba para proclamarse ganador. El resultado final fue de 227 votos electorales para Hillary y 304 para Trump.

En esta ocasión probablemente tengamos que esperar más tiempo, ya que algunos estados, como Pensilvania, pueden recibir sus votos por correos hasta el 6 de noviembre, lo que hará que el recuento total ni siquiera empiece esta esta noche. Es uno más de los elementos que hacen de esta una jornada electoral distinta, histórica y muy diferente a la de 2016.