El número de ninis estadounidenses se dispara debido a la pandemia

  • Millones de personas con trabajos precarios y estudiantes universitarios tuvieron que abandonar sus puestos laborables o aplazar sus inscripciones universitarias

Casi cuatro millones de jóvenes estadounidenses de entre 20 y 24 años, 740.000 más que el año anterior, ni estudian ni trabajan debido a que perdieron su empleo o tuvieron que dejar de formarse debido al Covid. Además, por primera vez en la historia, su tasa de desempleo superó incluso a la de los adolescentes, en el pasado mes de mayo.

La fuerza juvenil laboral, que es especialmente vulnerable a las turbulencias de los ciclos financieros, se ha visto fuertemente golpeada en los últimos meses por esta pandemia que ha pasado de ser un conflicto de salud global a una crisis económica. Por ello, millones de personas con trabajos precarios y estudiantes universitarios tuvieron que abandonar sus puestos laborables o aplazar sus inscripciones universitarias, según datos de los tres primeros meses de 2021, difundidos por el Centro de Investigaciones Económicas y Políticas (CEPR).

Negros e hispanos más afectados

Y si bien los datos han mejorado ligeramente para los estadounidenses blancos con el crecimiento actual de la economía, la situación sigue siendo preocupante para las minorías afroamericana e hispana, con casi una cuarta parte de sus adultos jóvenes inactivos. Muchos de ellos han abandonado los estudios, sin garantía de poder volver a retomarlos cuando empiecen de nuevo las clases presenciales, el próximo curso.

Estas comunidades son las que más afectadas se vieron por la pandemia, tanto en número de infecciones como de fallecidos y cuentan además con un número importante de jóvenes cuyos padres están indocumentados, lo que les impide acceder a las ayudas del gobierno.

Consecuencias

El hecho de que los jóvenes permanezcan inactivos es preocupante para el futuro de la economía, cuyo desarrollo se ve condicionado por la ausencia de habilidades laborables de estas personas y la falta de ingresos correspondientes. Pero ello también tiene consecuencias en la salud mental de este grupo de población, que ya está vendo afectadas sus capacidades.

Según datos de marzo de la OECD, la proporción de jóvenes que sufren ansiedad y depresión en los últimos meses es más del doble que en las mismas fechas de antes de la crisis, según un estudio realizado en Estados Unidos, Bélgica y Francia. Y en el nivel más alto de la pandemia, el porcentaje de jóvenes afectados llegó a ser de un 39%, en la población entre 18 a 24 años.

Vuelta a casa

Muchas de estas personas se han visto obligadas a volver a casa de sus padres, bien porque han tenido que abandonar los campus universitarios o por la falta de ingresos al quedarse sin trabajo, que les ha impedido afrontar los gastos de alquiler de su propia vivienda.

La vulnerabilidad que ha producido esta situación en sus vidas no se veía desde 1940, cuando la crisis económica, laboral y social de la Gran Depresión provocó que el 48% de los jóvenes estadounidenses tuviera que volver a casa de los progenitores.

Nuevas condiciones

Al igual que entonces, también ahora muchos puestos de trabajo se han visto afectados dejando atrás a una gran cantidad de jóvenes que afrontan el futuro de manera más precaria y con unas condiciones de trabajo peores. Para salir de ello deberán adaptarse al auge de las nuevas tecnologías y la automatización de numerosos sectores.

Aquellos que se queden rezagados en el desarrollo de nuevas habilidades digitales o en el intervalo entre el período educativo y profesional, sufrirán más las consecuencias. Es lo que les está pasando a aquellos que se vieron fuera del sistema entre febrero y junio de 2020, cuando el aumento de los casos de Covid, en Estados Unidos, disparó la proporción de adultos jóvenes sin empleo ni matricula en centros educativos.

Según un análisis de Pew Research Center, en junio de 2020 casi tres de cada 10 jóvenes (un 28% de los estadounidenses entre 16 y 24 años) ya estaban en esta situación. Un total de 10’3 millones de personas, de entornos tanto rurales como urbanos, que han visto cómo se ampliaba una brecha aún mayor con la población adulta que ya está incorporada al mercado laboral.

Fenómeno mundial

Esta situación, sin embargo, no es exclusiva de Estados Unidos ya que el carácter global de la pandemia ha contribuido a que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de los casi 500 millones de trabajadores jóvenes que hay en el mundo, tres cuartas partes lo hagan en condiciones de precariedad.

De hecho, en la actualidad, unos 267 millones de jóvenes están oficialmente catalogados como ninis y, lo que es peor, sin capacitación para incorporarse a un mercado laboral con garantías. Ya antes de la pandemia uno de cada cinco jóvenes ni trabajaba ni estudiaba, siendo dos tercios de ellos mujeres.

Y es que, doce años después de la recesión de 2008, no solo sigue estancada la tasa de empleo juvenil sino que todo un colectivo afronta desde la inactividad y el desánimo la necesidad de adaptarse a una economía que ha cambiado. Si persisten estas condiciones, el futuro del planeta se encontrará en manos de una juventud que ha vivido tiempos mejores y que, sin embargo, resulta fundamental para un desarrollo sostenible y equilibrado de la sociedad.