Pekín festeja 20 años de lealtad de Macao frente a las protestas en Hong Kong

  • La excolonia portuguesa celebra este 20 de diciembre el vigésimo aniversario de su “retorno a la patria china”.

  • Las voces prodemocracia son prácticamente inexistentes en la meca mundial del juego.

  • El Gobierno chino considera Macao el alumno aventajado en la aplicación del principio de Un país, dos sistemas.

A Elena, una turista de visita en Macao, le ha costado encontrar la salida del centro comercial del gigantesco casino The Venetian. Construido a imagen y semejanza de su hermano de Las Vegas, cuenta en sus pasillos con todos los elementos más icónicos de la ciudad italiana: canales de agua a tamaño real, una Plaza de San Marcos y hasta gondoleros con camisetas de rayas que cantan ‘O sole mio. “Incluso han reproducido un cielo diurno con nubes en su techo de forma bastante realista, no sabes muy bien qué hora es. Parece diseñado para que entres y no salgas”, sospecha.

Pero el verdadero negocio no está en sus tiendas de lujo, sino debajo. En sus amplísimos salones cubiertos de mármol, miles de personas, en su práctica totalidad ciudadanos chinos de la parte continental, juegan sin parar las 24 horas del día. En Macao, única parte de China donde los casinos son legales, la industria del juego mueve más dinero que en Las Vegas, a la que superó en 2006.

Este enorme negocio de las apuestas supone el 80% de los ingresos de Macao, por lo que se puede decir que la economía de este pequeño territorio de 30 kilómetros cuadrados depende prácticamente en exclusiva del juego. Y no le va mal: el Fondo Monetario Internacional calcula que, a pesar del menor crecimiento del sector en los últimos años, de los efectos negativos de la ralentización de China y de la corrupción galopante, el territorio se sitúa en segundo lugar por PIB per cápita del mundo, solo por detrás de Catar.

El hijo rebelde

Macao se encuentra a poco más de 60 kilómetros -hora y pico en ferry-, del centro de Hong Kong. Los dos territorios estuvieron en manos de países europeos -Portugal y Reino Unido, respectivamente- hasta finales de los noventa, cuando “regresaron a la madre patria china” bajo el principio de Un país, dos sistemas, por el cual estas dos regiones administrativas especiales cuentan con modelos políticos y económicos diferentes a la China continental durante un período de gracia de 50 años. En principio, podrían parecer situaciones similares.

Sin embargo, al otro lado del delta del río de la Perla, las calles de Hong Kong llevan seis meses ardiendo. Las masivas protestas prodemocracia comenzaron (esta vez) a raíz de una ley que el gobierno hongkonés, elegido por Pekín, quería aprobar mediante la que el sistema judicial chino podía reclamar a ciudadanos hongkoneses para juzgarlos en la parte continental, para muchos una injerencia que abría la puerta a la persecución de disidentes en el territorio. Los meses de choques violentos entre jóvenes manifestantes y la policía culminaron con una altísima participación en unas elecciones locales el pasado noviembre que dieron un resultado histórico a los partidos opositores, que se hicieron con una amplísima mayoría de cargos, sin poder real pero sí simbólico.

El hijo predilecto

Mientras, en Macao, los turistas chinos apuestan tranquilamente al rojo o al negro. No hay barricadas, ni pancartas, ni cargas policiales y las voces prodemocracia se limitan a unos pocos diputados y a algunos jóvenes a los que la policía suele impedir manifestarse. Las leyes que tantas ampollas han levantado en Hong Kong, aquí fueron aprobadas sin problemas. Como reconocía el diputado opositor José Pereira en una reciente entrevista con el diario portugués Observador, “en la sociedad de Macao no hay mercado para las protestas”. Y Pekín respira con alivio.

Para el gobierno chino, la región es el vivo ejemplo del buen funcionamiento del principio de Un país, dos sistemas en contraposición a su rebelde vecino. El dirigente Xi Jinping se encuentra estos días de visita en Macao para la celebración del 20 aniversario del regreso a China del territorio y para dar su bendición al nuevo Gobierno local.

Xi ha llegado con un gran regalo de cumpleaños: planes para diversificar la economía de Macao y convertirlo en un centro financiero y de ocio internacional a la altura de Singapur bajo el marco del proyecto de la Gran Área de la Bahía, que busca convertir las regiones del sudeste chino en una macrozona de innovación. Todo un premio a la lealtad del alumno aventajado y un mensaje para el rezagado.

‘Amar a China, amar a Macao’ se ha convertido en el valor principal de toda la sociedad”, afirmó el presidente chino este jueves en una fastuosa gala en la que Xi se unió a un coro que cantaba la canción “Oda a la madre patria”.

Fuerte adhesión social a China

Aunque el juego es legal en Macao desde el siglo XIX, el verdadero despegue económico del territorio se ha producido en los últimos años de pertenencia a China. En 2002, el Gobierno local decidió liberalizar el sector, desregularizar el urbanismo y facilitar la llegada de visitantes de la parte continental. El resultado: el tamaño de su economía se ha multiplicado por ocho en 20 años.

Pero, a diferencia de Hong Kong, un centro financiero internacional de primer nivel, la economía de Macao depende enormemente de China. De hecho, más del 70% de los turistas que llegan al territorio procede de la parte continental. Y casi nadie quiere molestar a la gallina de los huevos de oro.

“El sentimiento pro-Pekín se ha disparado en la sociedad de Macao por las políticas chinas favorables a su desarrollo económico y frente a las autoridades locales, vistas como poco eficaces. La mayoría de la gente de Macao piensa que tocar el tema político haría daño a la economía. La prioridad es el desarrollo”, cuenta Eilo Wing-Yat Yu, profesor de Ciencias Sociales sobre Gobierno y Administración Pública de la Universidad de Macao.

Este sentimiento es parecido al de parte de los ciudadanos de la China continental que, según muchos analistas, llegaron a un pacto tácito con el Partido Comunista tras la muerte de Mao que cambiaba silencio político por prosperidad.

Escasa herencia portuguesa

En el caso de Macao, la explicación de esta apatía política podría estar no solo dentro del Venetian, sino también al otro lado del puente Governador Nobre de Carvalho, en las calles del casco histórico que rodean Senado Square. La plaza, cubierta de adoquines y rodeada de coloridos edificios de estilo colonial, es el centro de la antigua ciudad portuguesa. Pero la arquitectura europea que queda es poca. Fuera de aquí, se pueden encontrar tan solo algunas construcciones desperdigadas entre cientos de pequeños bloques chinos de ventanas enrejadas. Un tímido legado portugués que se reproduce en la sociedad macaense.

Macao fue alquilado a Portugal en 1557, pero se convirtió en colonia oficial en 1887. A diferencia de los británicos en Hong Kong, las autoridades portuguesas mostraron cierto desinterés en imponer su modelo y la creciente debilidad de su gobierno permitió a China mantener una fuerte influencia en el territorio, algo que se potenció a partir de 1966. Aquel año se produjeron fuertes disturbios anticolonialistas, inspirados por la Revolución Cultural impulsada por Mao en China.

La respuesta de las autoridades coloniales hongkonesas y macaenses fue distinta. Las primeras sofocaron las protestas en sus calles de forma violenta, mientras que las segundas intentaron deshacerse del problema reduciendo su presencia en Macao. La transición de Portugal a la democracia en los setenta dio la puntilla final a la descolonización, que culminó en 1999.

La escasa identificación con la metrópolis suavizó el proceso de retorno a China, algo que en Hong Kong ha encontrado más resistencias. “Buena parte de las autoridades de Macao han nacido en China y se han educado allí, por lo que comparten la ideología con la parte continental y cooperan con las políticas de Pekín”, afirma Elio. Y no solo los dirigentes: más de la mitad de la población, de 600.000 personas, está formada por inmigrantes de las provincias chinas colindantes.

Durante su visita, el presidente Xi alabó el patriotismo de los macaenses, pero también envió un aviso a navegantes: “El Gobierno y toda la gente saben que el futuro y el destino de Macao están unidos a los de la madre patria”.