Las potencias mundiales respaldan al Gobierno libio y exigen la salida de los mercenarios extranjeros

  • Los países invitados a la segunda Conferencia de Berlín piden la salida de los combatientes extranjeros y expresan su apoyo a la convocatoria de elecciones libres del 24 de diciembre

  • Según la ONU, sigue habiendo más de 20.000 mercenarios foráneos en suelo libio, principalmente sirios y rusos

Las potencias internacionales reunidas en la segunda Conferencia de Berlín sobre Libia este miércoles bajo los auspicios de Naciones Unidas coincidieron en su respaldo al Gobierno de transición libio en su plan de celebrar elecciones libres el 24 de diciembre y en la exigencia de la retirada de los combatientes extranjeros que aún se encuentran en el país magrebí. Son las dos principales líneas de acuerdo del encuentro, que ha contado con representación de países como Egipto, Turquía, Túnez, Argelia, Francia, Italia, China, Estados Unidos, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y entidades como la Liga Árabe, la Unión Europea y Unión Africana, y que concluyó con moderado optimismo.

El encuentro de este miércoles es el segundo organizado por las autoridades germanas tras el de enero de 2020, en el que los Estados participantes pidieron que se respetara el embargo de armas y solicitaron el fin de las hostilidades entre las partes, alcanzado finalmente el pasado mes de octubre. El país magrebí trata de consolidar la ruta de la estabilidad diez años después del derrocamiento del régimen del coronel Muammar Gaddafi con la ayuda decisiva de la OTAN y ocho meses después de que las dos partes que se venían enfrentando en una guerra civil –y conflicto mundial por interposición- desde 2014 alcanzaran el alto el fuego.

El fin de las hostilidades firmado en octubre pasado contemplaba la salida en un plazo de 90 días de los combatientes foráneos, algo que no ha sucedido a pesar de los llamados reiterados del gobierno de transición y la comunidad internacional. De acuerdo con Naciones Unidas, hay en Libia aún más de 20.000 combatientes y mercenarios procedentes de países como Siria, Rusia, Sudán o Chad.

Hasta el alto el fuego, en Libia combatían por el poder desde hace más de seis años de contienda civil –y por interposición- dos entidades: por un lado, el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), con base en Trípoli, comandado por Fayez al Sarraj y el apoyo militar de Qatar y Turquía –y el respaldo de Naciones Unidas-; por otro, el Ejército Nacional Libio, liderado por el general Khalifa Haftar con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Rusia y el control de la mayor parte del país. En abril de 2019, Haftar lanzó una ofensiva –de 14 meses de duración- para hacerse con Trípoli que acabó fracasando gracias al incremento del apoyo militar de Ankara al Gobierno de Sarraj.

La ministra de Exteriores libia, Najla Mangoush, aseveró en el curso de la Conferencia de Berlín que el Gobierno de transición tiene “una visión sobre cómo restablecer la estabilidad en nuestro país y allanar el camino a unas elecciones libres, inclusivas y seguras el día 24 de diciembre”. Asimismo, la jefa de la diplomacia del país magrebí mostró su confianza en que la salida de los mercenarios y combatientes extranjeros se produzca en las próximas fechas.

A este respecto, el titular alemán de Exteriores Heiko Maas afirmó que Rusia y Turquía –contendientes en distintos bandos en la guerra- están de acuerdo en que la salida de las fuerzas foráneas ha de hacerse “paso a paso” y de manera equilibrada. Uno de los riesgos planteados por los participantes en el encuentro de Berlín es que los grupos armados que abandonen Libia lo hagan para instalarse en otros puntos de la región, y con ello aumenten la inestabilidad en una zona como el Sahel.

Con todo, el jefe de la diplomacia germana aseguró que la cita de este miércoles “marca una nueva fase” y que “ya no sólo hablamos sobre Libia, sino, por encima de todo, con Libia”, según se hacía eco de sus palabras AFP. Además, anunció que su país “seguiría haciendo campaña por las elecciones del 24 de diciembre con el Gobierno de Libia y Naciones Unidas”.

Largo camino hacia la estabilidad

Entre los próximos retos que afronta el proceso de transición libio es el de aunar todas las facciones armadas bajo un mando militar único. Además, las elecciones se van a celebrar sin un paraguas legislativo –no hay aún una Constitución que consagre la nueva forma de Estado- que las respalde.

Libia, en fin, está lejos aún de haber normalizado su funcionamiento como Estado. Como recuerda la revista estadounidense Foreign Policy, casi el 20% de la población presenta necesidades de asistencia humanitaria. Con todo, Libia -6,6 millones de habitantes- es un país rico en recursos, con las novenas reservas de petróleo del mundo y vigésimo primeras de gas. Según datos de The Economist Intelligence Unit, su economía crecerá al cerrar el ejercicio un 20,9% impulsada por las exportaciones petroleras.

Además, el proceso de transición libio tendrá que enfrentarse a la cuestión migratoria, pues el país magrebí -1.700 kilómetros de costa- es lugar de tránsito de migración saheliana y africana en ruta hacia el Mediterráneo. Su estabilidad es además fundamental para el conjunto de la región y la Unión Europea. La Guardia Costera Libia asegura haber interceptado en lo que va de año a 14.000 personas que intentaban cruzar el Mediterráneo, más que en todo 2020.

Ausencia marroquí

Aunque estaba invitado, Marruecos no estuvo finalmente representado en la cita de este miércoles en Berlín. Las relaciones entre Alemania y Marruecos no atraviesan su mejor momento. Recordemos que los problemas entre Berlín y Rabat estallaron el pasado mes de febrero, cuando las autoridades marroquíes anunciaban la ruptura de relaciones con la Embajada germana por “profundos malentendidos”. El uno de marzo Marruecos anunciaba que rompía por completo las relaciones con la representación diplomática alemana en Rabat. El 8 de mayo, la Cancillería marroquí aseveraba que “la República Federal Alemana ha multiplicado los actos hostiles y las acciones atentatorias a los intereses superiores del reino” y llamaba a consultas a su embajadora en Berlín. En el centro de la crisis, la posición alemana respecto al Sáhara Occidental, aunque no solo.

Lo cierto es que la ministra de Exteriores libia, Najla Mangoush, había visitado Rabat el pasado 11 de junio. Entonces, el jefe de la diplomacia marroquí, Nasser Bourita, había asegurado que “Marruecos no tiene ningún interés en este país, su único interés reside en la solución pacífica y política del conflicto libio”. “Es necesario que las injerencias extranjeras y las armas cesen, dejando el espacio para que nuestros hermanos libios solucionen ellos mismos sus problemas”, aseguró el ministro marroquí de Asuntos Exteriores. En ese encuentro, la Cancillería marroquí se mostró en plena sintonía con la libia y las exigencias de Rabat –la retirada de los combatientes extranjeros- son las mismas que expresaron los participantes en el encuentro de Berlín.