El discurso del presidente electo de Costa de Marfil calma Abiyán, donde sólo se oyen disparos aislados

AGENCIA EFE 08/04/2011 10:10

El Gobierno francés consideró hoy, por medio de su Ministerio de Asuntos Exteriores, que la "era Gbagbo está cerrada", en alusión al gobernante saliente marfileño, que se resiste a entregar el poder a su sucesor, Alassane Ouattara, reconocido por la comunidad internacional vencedor de los comicios presidenciales de noviembre pasado.

Un portavoz de dicho ministerio declaró que el titular de Exteriores, Alain Juppé, habló hoy con Ouattara, a quien comunicó que Francia apoya "las medidas que anunció anoche para empezar con la reconstrucción del país".

Francia mostró su apoyo a los principales puntos anunciados por Ouattara en su discurso: el restablecimiento del orden público, en especial en Abiyán, su "firme compromiso" en la lucha contra la impunidad de las violaciones de los derechos humanos y la "determinación" en la reconciliación y la unidad nacional.

Alain Juppé, ministro de Asuntos Exteriores de Francia -ex metrópoli y parte activa en las negociaciones entre los bandos de Ouattara y del presidente saliente-, aseguró ayer que la caída de Gbagbo es "irremediable" y ocurrirá en "las próximas horas o en los próximos días".

Algunos de los tiros que se han oído hasta el momento fueron efectuados en el barrio de Cocody, donde se ubica la residencia oficial del gobernante saliente, Laurent Gbagbo, que se encuentra atrincherado en los sótanos del edificio junto con su familia y sus fieles.

"Cuando volvimos a escuchar disparos, teníamos miedo. Pensamos que podría tratarse de la reanudación de los combates. Pero entonces nos dimos cuenta de que eran tiros aislados", dijo a Efe un vecino de Cocody.

La misma situación vive Adjame, barrio en el que se encuentra la gendarmería de Agban, escenario de intensos combates hace apenas unos días.

Aunque en Le Plateau, céntrico distrito en el que se localiza el Palacio Presidencial, está en calma, los vecinos continúan en sus casas.

"Desde anoche no hemos oído un sólo tiro, pero no nos atrevemos a salir", explicó un empleado de un hotel de Le Plateau que no ha podido regresar a su casa desde el inicio de la ofensiva de las Fuerzas Republicanas de Costa de Marfil (FRCI, fieles a Ouattara), el pasado 31 de marzo.

Tras el anuncio de Ouattara, en su discurso de anoche, de medidas que permitan un retorno gradual a la normalidad y la reanudación de la actividad económica, los marfileños se mantienen a la espera de la aplicación efectiva de éstas.

Entre las medidas anunciadas, se encuentra la suavización del toque de queda en Abiyán -que será de 18.00 a 06.00 horas GMT hasta el próximo lunes- y la petición de levantamiento de sanciones impuestas por la Unión Europea (UE) a los principales puertos del país, Abiyán y San Pedro, primer exportador mundial de cacao.

Por el momento, la Comisión Europea (CE) afirmó hoy que trabaja para levantar "pronto" algunas sanciones económicas adoptadas contra Costa de Marfil, tras la petición del presidente electo.

En una rueda de prensa en Bruselas, Michael Mann, portavoz de la jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, aseguró que se trabaja "en estrecho contacto con las autoridades de Ouattara" y que se espera "aliviar las sanciones pronto", aunque no precisó ninguna fecha.

Aunque los combates parecen haber cesado, la situación de las familias abiyanesas es muy precaria, sin agua, ni luz y con escasez de alimentos, después de varios días encerradas en sus casas.

Además, la ONU señaló que las calles de la capital económica están regadas de incontables cadáveres, en lo que consideró una situación humanitaria "alarmante".

En el oeste del país, la situación no es mejor, y Rupert Colville, portavoz de la Alta Comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, confirmó hoy que se han hallado un centenar de cadáveres en la ciudad de Duékoué.

La actual crisis marfileña comenzó después de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el pasado 28 de noviembre, cuando Laurent Gbagbo, presidente de Costa de Marfil desde 2000, se negó a admitir su derrota frente a Ouattara y a cederle el poder, a pesar de la fuerte presión internacional para que abandonase la Presidencia.