Según informa el diario británico, The Thelegraph, Loyau-Kennett no dudó en bajarse del autobús en el que viajaba cuando presenció la escena. “Tengo conocimientos de primeros auxilios y cuando vi al hombre en el suelo pensé que era un accidente de tráfico”, cuenta, “me acerqué al cuerpo y vi que estaba muerto, no tenía pulso”.
“Había un tipo negro con un revólver, un cuchillo de cocina y un hacha de carnicero y me dijo que no me acercara al cuerpo”, explica Ingrid, “así que pensé que sería mejor comenzar a hablar con él antes de que comenzara a atacar a otra persona”.
Ingrid afirma en unas declaraciones recogidas en el Daily Mail que no sintió miedo y que pensó que si le pasaba algo a alguien "mejor a mi que a un niño, había muchas madres con niños alrededor".
"Quería quedarse y luchar"
“Le pregunté por qué lo había hecho”, continúa Ingrid. “Es un soldado británico y le he matado porque él ha matado a musulmanes y estoy harto de que maten a musulmanes en Afganistán”, fue la respuesta del asesino.
Ingrid cuenta en el citado diario que observó que había un segundo hombre armado y que la gente comenzó a reunirse alrededor por lo que decidió seguir hablándole para que no se diera cuenta de lo que le rodeaba.
“No estaba drogado ni borracho”, asegura Ingrid, “estaba en pleno control de sus decisiones, me dijo que quería quedarse y luchar”.