Según asegura su familia, Conville nunca fue un estudiante modelo, e incluso tuvo problemas con las drogas en su adolescencia, pero, tras dejar el instituto realizó un viaje a Nepal que le cambió la vida. Tras ello, se alistó en la brigada paracaídista, donde desarrolló su pasión por la naturaleza, y aprendió a esquiar y trepar.
Cuando dejó la Armada en los años 70, decidió convertirse en instructor, para así poder inculcar su pasión a otras personas.
Según informa el diario 'The Daily Mail', pocos días después de pasar las navidades con su familia, Conville decidió viajar con un amigo holandés hacia Suiza.
Pero el mal tiempo provocó que Conville desapareciese, y que su compañero tuviese que ser rescatado en helicóptero.
Pero, 34 años después, y gracias a la fundición del hielo, el paisaje ha revelado sus restos mortales, que por fin han podido reunirse con su familia.
Sus restos mortales han sido finalmente encontrados por Gerold Biner, miembro del equipo de rescate alpino suizo, que se encontraba sobrevolando la cara norte de la montaña el mes pasado.
Tras las pertinentes muestas de ADN se demostró que los restos pertenecían a Conville. Según Katrina Taee, hermana del fallecido, “era conmovedor, había una mano momificada con uñas y piel, ahuecada, como si estuviera esperando para ser sujetada’.
La identificación se realizó en el mismo laboratorio forense que se encargó de la investigación de la momia ‘Otzi’, de 5.000 años de antigüedad,.
Ahora, su familia, que fundó una asociación en su honor, planean esparcir sus cenizas en alguna de las montañas que el joven Conville escaló.