Con todo un país hablando de su última maniobra, Silvio Berlusconi ha celebrado su 77 cumpleaños lejos de las cámaras. Nadie sabe si al soplar las velas habrá pensado el mismo deseo que hacía público a sus seguidores por teléfono: Elecciones cuanto antes. Sin embargo, ese es el escenario que ahora el primer ministro Enrico Letta y el presidente de la República Giorgio Napolitano tratan de evitar. Quieren salvar el Ejecutivo y alejar al país del precipicio al que, según parte de la prensa, Berlusconi ha empujado como respuesta a lo que él califica su persecución judicial. Ya los comicios de febrero dejaron un panorama complicado, aunque solventado con el apoyo de la derecha al centroizquierda de Letta. Pero este sábado la coalición se rompía con la dimisión de los cinco ministros de Il Cavaliere. Ahora, Enrico Letta debe mirar a uno y otro lado del arco político, para buscar urgentemente nuevos socios. En juego está de nuevo la estabilidad y credibilidad de un país con sus ciudadanos hastiados. Porque una nueva crisis política puede, después de unos meses de relativa calma, despertar la furia de los mercados, con el temido efecto contagio.