Temor en India por el tráfico de menores huérfanos por la pandemia

  • El perfil de la vulnerabilidad: niños desfavorecidos cuyos padres han muerto por covid y sin familia que les cuide

  • Mensajes bienintencionados de personas que buscan ayuda para menores en redes sociales atraen a las mafias

  • Diversas estimaciones calculan que antes de la pandemia había entre 20 y 31 millones de niños huérfanos

El oportunismo prolifera en India. Lo hace entre el caos y la tragedia, entre la desesperación y la necesidad y tiene la misma compasión que el virus. Al drama de los contagios (media superior a los 380.000 diarios), de las muertes (casi 4.000 al día de promedio), de la escasez de material sanitario (bombonas de oxígeno, ventiladores…) y al que se vive en hospitales sin espacio, cementerios y crematorios que no dan abasto o los episodios en los que se lanzan cadáveres al río Ganges, se une otra desdicha más: la orfandad, una circunstancia de la que muchos quieren sacar tajada.

Cientos de niños están quedando sin amparo tras perder a sus progenitores y familiares. Los más afortunados tienen a alguien cercano que se ocupe de ellos y los menos acaban siendo objeto de deseo de organizaciones de tráfico de menores. Las redes sociales aglutinan todo un mejunje de mensajes de auxilio que piden a “gente con compasión” que ayuden a menores huérfanos, de posts con falsas propuestas de adopción -otras son verdaderas y discurren paralelamente a los mecanismos oficiales- y muchas advertencias sobre las vías legales que se deberían seguir antes de hacerse cargo de niños sin protección.

Hashtags como #CovidOrphans muestran una realidad plagada de buenas intenciones y de potenciales estafas. Las historias no cesan y afectan, sobre todo, a las clases menos favorecidas. La ONG encabezada por el ganador del Premio Nobel de la Paz en 2014, Kailash Satyarthi , ‘Movimiento para Salvar la Infancia’ (BBA en sus siglas en hindi), ha reportado que tras un exhaustivo seguimiento localizó a dos niños de ocho y seis años de edad en una remota zona rural. Sufrían desnutrición porque sus padres estaban extremadamente enfermos de covid y no podían alimentarles.

“Como el número de muertes ha aumentado, vivimos una crisis en la que, o bien los niños pierden a sus padres, o sus cuidadores son hospitalizados y no hay nadie que se ocupe de ellos”, señala Dhananjay Tingal, director ejecutivo de BBA.Muchas veces, los vecinos y familiares no quieren ayudar porque tienen miedo al contagio y tratan a estos niños casi como si fueran parias”, agrega. Estos dos pequeños tuvieron la suerte de ser atendidos por la ONG, pero hay otros que caen en las manos equivocadas. La cadena de acontecimientos se suele originar con un mensaje de ayuda bienintencionado en el que alguien expone la necesidad.

Textos que se mueven por las redes

Este texto de WhatsApp que circuló por diversos grupos a principios de este mes es un ejemplo:

“Un niño de cuatro años asintomático (huérfano por covid) necesita ser transportado a Bangalore hoy… Esta persona debe ser capaz de cuidar al niño, darle de comer, quizás cambiar pañales etc”, se leyó en el mensaje.

La respuesta solidaria que se suele esperar con este tipo de avisos se puede tornar fácilmente en una oportunidad para las bandas organizadas que se dedican al tráfico de menores. Hasta el momento, no se ha hecho público que existan casos de secuestro o rapto como consecuencia de estos mensajes, pero eso no significa que no estén sucediendo. Las alarmas han saltado y tanto los entes gubernamentales como asociaciones de protección a menores se han apresurado a cortar de raíz este tipo de comunicaciones. La estrategia ha sido la de inundar las redes sociales con mensajes y publicitar los teléfonos de ayuda específicamente creados para evitar situaciones como las anteriores u otras en las que directamente se ofrecen a niños en adopción.

“No se puede dar en adopción a un niño a través de las redes sociales. Es ilegal y peligroso porque podría atraer a los traficantes”, publicó Manisha Biraris, Comisaria Adjunta de Desarrollo de la Mujer y la Infancia de Bombay.

“Si alguien se pone en contacto con usted en relación con niños huérfanos disponibles para su adopción directa, no caiga en la trampa y deténgalo. Es ilegal”, afirmó la ministra de Desarrollo de la Mujer y la Infancia, Smriti Irani.

Entre 20 y 31 millones de huérfanos

En general, el rostro global de la pandemia no está siendo precisamente el de los niños, ya que el virus afecta en mayor medida a las personas más mayores. Sin embargo, en India y en otros países con un alto índice de pobreza, ellos también están sufriendo directamente las consecuencias. El problema de la orfandad en India viene de largo y las cifras de menores huérfanos antes de la llegada del virus bailaba entre los 20 millones y los 31 millones. Según el Centro de Investigación Humanitaria y Social, INSAMER mientras que UNICEF habla de un 80 por ciento. La disparidad en sendos informes se debe a la falta de transparencia del Gobierno de Narendra Modi y de las instituciones gubernamentales estatales y locales.

Ni siquiera ellos tienen acceso a estos datos, ya que cientos de miles de familias carecen de documentación o los registros que realizan no están digitalizados debido a que viven en zonas rurales. Por eso, la cifra real de niños huérfanos es difusa y para comprender el drama hay que remitirse a los casos específicos que salen a la luz, especialmente durante la pandemia.

Como el de un pequeño de menos de cinco años de edad que se las tuvo que arreglar por su cuenta durante días después de que sus dos padres fallecieran por coronavirus. Su llanto no fue suficiente para que los vecinos superaran el miedo a ser contagiados y acudieran a su auxilio. Una ambulancia fletada por la ONG, ‘Save the Children’, se encargó de rescatar al pequeño. O el de un vídeo que se hizo viral en redes sociales en el que tres hermanos menores lloraban fuera de su casa mientras los vecinos sacaban el cuerpo de su madre fallecida. La lista de testimonios e imágenes es muy larga, demasiado, y las consignas sobre cómo actuar cuando alguien se encuentra o sabe de algún niño desamparado son cada vez más compartidas.

“Si oyes llorar a un niño en tu barrio, ve a ver cómo está y si presencias un caso de maltrato infantil, informa a la policía. El maltrato infantil es un delito, no sólo en India sino en todo el mundo”, escribió en Twitter, Ranjana Kumari, activista y directora del Centro Social de Investigación de Nueva Delhi. Tanto su mensaje como los del Premio Nobel, Satyarthi, y decenas de políticos y diversas personalidades parecen estar surtiendo efecto. Las llamadas y las interacciones en redes sociales se cuentan por millones.

Sin embargo, en el segundo país más poblado del mundo, sumido en una enorme fragmentación social (diferentes castas, religiones, etnias…), no todo el mundo tiene acceso a internet o ni siquiera a un teléfono. Es precisamente la población más desprotegida la que se enfrenta a los mayores riesgos. Por supuesto, los niños huérfanos de los estratos sociales más desfavorecidos se encuentran en una posición de extrema vulnerabilidad.

Para ellos, los esfuerzos de concienciación no sirven de nada, ni las charlas online, ni siquiera los teléfonos de atención a víctimas que se distribuyen a través de las redes sociales, porque donde viven no hay de eso. Es en esa tierra de nadie donde habitan las minorías cuyos dramas están eclipsados por el caos hospitalario de las grandes ciudades. Son lugares con un silencio ensordecedor donde las mafias se mueven como peces en el agua.