Ha sido su mujer quien le ha acompañado hasta un psiquiatrico a 35 kilómetros de Johanesburgo. Allí ha quedado ingresado y allí acaba -de momento- la historia de este falso traductor de signos de 34 años. Desde el funeral de Mandela su vida ha ido de mal en peor. No sólo se inventó lo que decían los líderes. No acertó una palabra en 5 horas. Dijo que era esquizofrénico y que mientras nosotros lo veíamos a él el escuchaba voces y veía ángeles. Luego se supo que había estado procesado por delitos como asesinato, violación y secuestro. Nunca fue juzgado por sus problemas mentales. Su mujer dice que estos días han sido duros y que ha sufrido una recaída. Pero hasta ahora no ha pedido disculpas. Ha tenido que hacerlo el gobierno de Sudafrica.