Pero todo esa luz de antaño se pierde entre las callejuelas del barrio de los diamantes, Heera Mandi, es hoy donde las bailarinas tradicionales se han convertido en prostitutas, donde son las propias madres las que las instruyen en la música para acabar en la cama con algún viejo hombre por doscientas rupias, dos míseros euros...
Hemos viajado a esta ciudad para conocer de cerca como 8.000 menores viven explotados, son hijos e hijas de las familias más pobres.
Hemos conocido historias como la de Nighat, prostituta desde los 13 años, o Mishba que su padre la introdujo en un burdel para conseguir dinero de su otra hermana. O Kamaer, un proxeneta que habla a cámara. En este lugar no le da miedo a afirmar que entre sus clientes lo más demandado son niñas de 12 ó 13 años...
A pesar de la situación, cuatro mil niños ya han sido rescatados y aprenden un oficio para salir adelante y huir de estas redes.
Para más información: Unicef o el teléfono 902 31 41 31
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