"La Plaza Mayor es la zona más cotizada, por aquí pasa todo el mundo, los turistas se paran a cenar y se mueve mucho dinero . No es justo que la Plaza esté acaparada por estos grupos que no dejan tocar a nadie más". Son las palabras de un guitarrista con años de experiencia en la calle. Para comprobarlo, le acompañamos durante una tarde en la que la Plaza Mayor está llena de turistas. Comienza a tocar y un grupo de músicos rumanos le llama para explicarle su particular forma de organizar a los músicos que pretenden tocar en la Plaza.
"Me han explicado que hay un turno, que primero tienen que tocar ellos y sus hijos, y que yo no puedo hacerlo hasta que terminen. Les he preguntado que a qué hora va a ser eso y me han contestado que a partir de las 11 y media de la noche. A esas horas la Plaza está vacía, ya no hay terrazas así que lo que realmente quieren decir es que van a tocar ellos todo el rato".
Nuestro músico no está dispuesto a esperar, así que vuelve a intentarlo, pero una pareja con un acordeón le increpa. "Aquí no te puedes poner, tienes que esperar". Las amenazas se materializan cuando el guitarrista decide seguir tocando. Le dicen directamente que se vaya "Es la última vez que haces eso", asegura uno de ellos. Definitivamente han conseguido echarle de la plaza.
En Madrid no están reguladas las actividades artísticas en la vía pública, por lo que ningún grupo de músicos puede adueñarse de las calles o de las plazas. El Ayuntamiento no concede licencias para esta actividad. Los músicos tan sólo tienen que cumplir con la Ley del Ruido, que prohíbe los amplificadores, la percusión y preserva el derecho de los vecinos al descanso. "Pero ningún músico puede decir que tiene un permiso exclusivo para tocar en un lugar concreto, eso no existe" nos cuenta Javier Jadraque, de la Policía Municipal de Madrid.
Para evitar estas situaciones, en ciudades como Nueva York o Barcelona se han organizado varios cásting de músicos callejeros. Los más virtuosos obtienen una licencia para tocar en los mejores puestos. Para Pepe Sánchez, de la Asociación de Músicos Unidos Siglo XXI, ésa sería una buena solución para Madrid. Asegura que "la crisis ha llenado las calles de músicos, para muchos la regulación supondría separar el arte de la mendicidad encubierta". Una solución para que ningún intérprete se tenga que marchar con la música a otra parte.
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