Luis Magrinyà presenta 'Estilo rico, estilo pobre'

EUROPA PRESS 02/06/2015 13:48

"Algunos amigos me lo dicen. Los artículos de Lázaro estaban bien y eran divertidos, pero no dejaban de tener un tonillo institucional que desde luego mi libro no tiene. Sin embargo, a veces pienso que al público en general le gusta más que le prohíban o le ordenen algo directamente en vez de explicárselo", ha explicado el autor en una entrevista con Europa Press.

'Estilo rico, estilo pobre' aborda numerosos ejemplos del lenguaje dividido en dos partes, tal y como indica el título. Por un lado, habla de esa obsesión por la riqueza léxica que en ocasiones desemboca en "el temor a usar palabras vulgares", mientras que en la segunda parte se señala precisamente lo contrario: el tema principal será "la falta de atención" al expresarse.

El libro señala ejemplos como los del uso correcto de verbos (tamborilear, perlar...), las diferencias entre sonido y ruido o la predilección por aquellas palabras que provienen del inglés en lugar de las originales españolas, este último caso una particular lucha del autor.

De hecho, de entre todos los errores que podría rescatar de su obra, Magrinyà señala "esa cómica manía" de 'estar sentado' o 'de pie' en las novelas, "calco absurdo" del 'sit' y el 'stand' ingleses.

SIT Y STAND

"En inglés utilizan estos verbos porque no tienen el verbo estar: esa postura añadida que señalan sit (sentado) y stand (de pie) para ellos es obligatoria; en español casi siempre es parasitaria. 'Ahí estaba él, de pie en el umbral': pero ¿de qué otro modo iba a estar él en el umbral? Si estuviera haciendo el pino, vale, habría que consignarlo. Pero si no...", apunta entre bromas.

En cualquier caso, el escritor asume que resulta muy difícil sustraerse a la influencia del inglés --al que considera "el emperador del mundo"-- en el español o en cualquier otra lengua y que, al igual que con cualquier otro fenómeno lingüístico, "no hay que rasgarse mucho las vestiduras".

"Yo no creo que debamos oponernos a los anglicismos lingüísticos por salvaguardar las esencia patrias, sino sencillamente porque a menudo no los necesitamos, hay soluciones completamente neutras y 'naturales' en español que suenan bien y no hay por qué cambiarlas por una copia que a menudo, si no es inconsciente, es paleta", añade.

Esta obra recopilatoria también rescata el trabajo de los traductores, a quienes Magrinyà cree que debe "muchísimo, tanto a los buenos como a los malos". "A los primeros porque resuelven ingeniosamente un buen montón de problemas; a los segundos, porque, al no resolverlos, los hacen evidentes e invitan a pensar", ha destacado.

LOS DRAEÓMANOS

En este sentido, ha lamentado que "lo desagradecido" del trabajo de quienes traducen es que muchas veces sus méritos no se notan. "Cuando en una traducción leemos, por ejemplo, 'no te preocupes' nada, nos suena raro, nada es evidente, pero, si ésa es la traducción del famoso 'no problem' inglés (tantas veces traducido por el engorroso 'no hay problema'), hay ahí un talento y un esfuerzo para esquivar el tópico y el automatismo que son admirables", ha ejemplificado.

Además, el libro también incluye menciones al Diccionario de la Real Academia Española, a quien el autor exculpa de gran parte de los errores léxicos. "El inconveniente del DRAE es casi menos el DRAE que los draeómanos, aquellos que creen que el DRAE es una especie de libro sagrado y lo consultan como fanáticos religiosos", ha concluido.