La familia brasileña asesinada en Pioz huyó repentinamente a finales de junio
Malena Guerra @malenaguerrat5)
20/09/201617:37 h.Vemos fotografías de la familia tranquila, en un restaurante de Madrid, en el mes de enero. Marcos Campos y Janaina Santos disfrutaban con sus hijos de cuatro y un año. Entonces no se escondían. Tampoco el 2 de junio cuando ella colgó en una red social una fotografía de su pequeño echando a andar. La noticia ha conmocionado a sus familiares en Brasil. En las noticias presentan a Marcos como un empresario, y su hermano explica entre lágrimas que hacía 30 días que no sabía nada de ellos. Coincide con la data de las muertes que manejan los investigadores. Tal y como avanzó informativos Telecinco, los asesinos limpiaron la escena del crimen con la intención de llevarse las bolsas en las que metieron los cadáveres. Pero algo pasó. Los investigadores buscaban ayer restos biológicos y huellas de los asesinos. Los padres fueron descuartizados y los dos niños degollados. Una forma de matar utilizada por los sicarios sudamericanos. Lo que no encaja es que limpiaran todo. Muchas molestias se tomaron para que no quedara ni rastro.
Un ajuste de cuentas por drogas es lo primero que les viene a la cabeza a los especialistas. Ya ha habido antecedentes en Europa de traficantes a los que han matado y descuartizado para después arrojarlo en bolsas a cualquier vertedero, por un robo, o una deuda sin pagar. La Guardia Civil indaga en los negocios del matrimonio. Marcos decía en redes sociales que era encargado en un restaurante. Pero ahora estaba cobrando el paro, vino a España en 2005 y después llegó Janaina con su hija. Tuvieron el segundo hijo en 2015, en España. Desde 2010 Marcos no usaba su perfil en una red social. Las últimas imágenes de él las hizo en Galicia, concretamente en Coruña. Pero Janaina sí lo alimentaba durante los últimos años. Imágenes de un matrimonio aparentemente normal que disfruta con sus hijos, una pareja con hábitos normales, aparentemente. Pasaron por Torrejón pero de pronto intentaron poner tierra por medio y se trasladaron a Pioz en Guadalajara. 20 kilómetros de distancia para esconderse. En el pueblo de Guadalajara, el único que salía de la casa era Marcos, para comprar víveres. Y el panadero les traía una barra cada día. Pero hace unas semanas el pan se acumuló en la puerta, y los vecinos dejaron de escuchar el griterío de los pequeños. El olor les alertó. Los cuerpos estaban envueltos en bolsas de plástico pero un mes después habían comenzado a descomponerse. La investigación acaba de comenzar e intentan recabar imágenes de la zona para ver quién o quiénes pudieron vigilar y visitar a la familia brasileña en pleno agosto. Las puertas y ventanas no están forzadas. La urbanización no tiene más cámaras que las de algunos vecinos que apuntan a sus casas. Es extraño que nadie viera llegar a unos extranjeros en vehículo. Y sobre todo que nadie oyera ni un grito en unos crímenes tan brutales.