Sólo 20 de los 50 estados cuentan con leyes que prohíben específicamente la discriminación contra homosexuales y trans. Eso quiere decir que los 30 estados restantes permiten, por ejemplo, que tu jefe te despida por el mero hecho de ser gay, que el dueño de una cafetería te niegue un café por lesbiana, o que un policía te pida a gritos el DNI antes de entrar al baño porque tu aspecto es demasiado masculino.