Rubén Casado, psicólogo: “La ansiedad no se tiene que curar, se tiene que entender”

  • Entrevista al psicólogo experto en trastornos de ansiedad Rubén Casado sobre su libro, 'El mapa de la ansiedad'

  • En su libro, Casado insiste en la idea de que gestionar la ansiedad no tiene que ver con acabar con ella, sino con entenderla

  • "La ansiedad es un síntoma que me está avisando de que algo no está funcionando”, explica el autor

Una vez escuché a una psicóloga decir que para manejar la ansiedad uno se tiene que sentar a tomar un café con ella y escuchar qué ha venido a decirnos. He de admitir que la expresión me dejó planchada porque hasta entonces mis intentos de gestionar la ansiedad habían estado centrados en eliminar ese malestar tan característico que producía en mi cuerpo (palpitaciones, temblores, sudor, sensación de falta de aire) y en mi mente (embotamiento, pensamiento acelerado, falta de foco y de concentración).

Desde entonces me he tomado varios cafés con ella y reconozco que la cosa ha mejorado notablemente. Imagino que lo mismo habrá hecho el psicólogo Rubén Casado con su propia ansiedad, a juzgar por la sabiduría que destila su libro recién publicado, El mapa de la ansiedad (Penguin Random House, 2023). Cuenta el psicólogo que fue su propia experiencia con la ansiedad (sí, los psicólogos también tienen ansiedad) lo que le impulsó a crear los cursos de La Escuela de la Ansiedad y el centro AMADAG, especializado en agorafobia y pánico. Además, difunde sobre la ansiedad (y todas sus derivadas) desde el podcast, La teoría de la mente.

Llama poderosamente la atención que, a pesar de todo lo que se publica sobre la ansiedad, a pesar de todos los esfuerzos de tantos profesionales por dar a conocer la verdadera naturaleza de la ansiedad, sigue habiendo un gran desconocimiento en nuestra sociedad sobre ella: seguimos empeñados en no sentirla. Y lo paradójico del tema es que evitarla no es la solución… más bien al contrario; nuestras soluciones intentadas al final se convierten en el verdadero problema, en la llama que prende la mecha de los trastornos de ansiedad. “No atender la ansiedad es el mayor error que podemos cometer”, explica Rubén Casado.

La ansiedad no deja de ser algo que nos puede ayudar, como si fuese una especie de brújula que nos dice: oye, algo está pasando, algo está ocurriendo (Rubén Casado, psicólogo)

Pregunta: Además de hacer terapia, Rubén, dedicas una parte de tu tiempo a la divulgación. En tu libro señalas que, a pesar de todo lo que se ha publicado sobre la ansiedad, sigue habiendo un gran desconocimiento sobre ella. ¿A qué crees que se debe esto?

Respuesta: Vivimos en una concepción del ser humano muy individualista, cada vez más, que nos habla de que el individuo se tiene que autorrealizar. El individuo cada vez se ve más exigente y su vida cada vez es más exigente. El producir es algo muy importante y llega un momento determinado en el que la ansiedad es vivida como un fallo, la ansiedad es vivida como si fuese un defecto, en lugar de verlo como lo que es. No dejamos de verlo como una falla personal, incluso como una falla moral en ocasiones o, por otro lado, en términos muy biologicistas se vive como una especie de enfermedad. Pero, en cualquier caso, la ansiedad no deja de ser una forma de descartarnos. A mí, una cosa que me pasa mucho con las empresas y el mundo de las empresas es que cuando alguien coge una baja laboral, normalmente el tratamiento es con el individuo, es decir, se dice que el individuo tiene que hacerse más fuerte, más resiliente… cuando no nos damos cuenta de que muchas veces la ansiedad tiene que ver con un problema de contexto. Es decir, tenemos que tener cuidado con eso porque la ansiedad no siempre nos está diciendo que soy defectuoso, sino que la ansiedad es un síntoma que me está avisando de que algo no está funcionando. Puede que no esté funcionado mi propia gestión de las emociones, sí…pero puede que no esté funcionado el contexto.

P: ¿Qué nos puedes decir para que podamos entender mejor qué es exactamente la ansiedad?

R: Vamos a tratar de entender que la ansiedad se parece más a un dolor y que tenemos que darnos cuenta de qué es lo que nos está queriendo decir. Nacer sin dolor es una de las peores cosas que nos pueden pasar. Cuando un niño nace sin dolor es un problema porque son niños que se pueden arrancar los labios, que caminan y se golpean y da igual, siguen caminando porque no tienen una referencia, no tienen nociocepción, no tienen una referencia de sí mismos. La ansiedad no deja de ser algo que nos puede ayudar, como si fuese una especie de brújula que nos dice: oye, algo está pasando, algo está ocurriendo, alguna puerta de entrada hay por la cual estoy generando ansiedad, alguna característica personal estoy metiendo en este contexto. La ansiedad, de alguna manera, nos está diciendo que o nos falta algo o nos sobra algo.  

P: Sí, y en vez de escuchar ese mensaje nos quedamos enganchados en la experiencia negativa que nos genera. Como sociedad que vive de espaldas al dolor, la tendencia es tratar de quitar el malestar. ¿No crees que así no solo nos perdemos el mensaje que nos trae la ansiedad, sino que además generamos más sufrimiento aún por no querer sentirla?

R: Sí. El budismo lo explica muy bien y habla de este momento en el que te clavan una flecha y eso te duele. La ansiedad comienza cuando empezamos a preguntarnos por el origen de la flecha, cuándo vino, por qué vino, en qué momento, cuál era el ángulo del tirador… en ese momento estamos dejando de prestar atención a que hay algo que me está sucediendo -un dolor- y que es lo que necesito atender. Muchas veces la ansiedad tiene más que ver con hacerte preguntas del tipo ¿por qué la flecha tiene que estar ahí, por qué a mí?

La ansiedad es una anticipación. Mientras que el estrés es una reacción al dolor, la ansiedad es una anticipación frente al dolor (Rubén Casado, psicólogo)

P: Una cosa es lo que está pasando en este momento y otra diferente es lo que podría pasar…

R: Hay que diferenciar -y esto me parece muy importante- el estrés de la ansiedad. El estrés es una reacción, es una forma de reaccionar frente a un presente, frente a una amenaza, porque el organismo, cuando se ve sobrepasado, pone en marcha esta suerte de superpoderes que es el estrés. Frente a eso está la ansiedad. La ansiedad es una anticipación. Mientras que el estrés es una reacción al dolor, la ansiedad es una anticipación frente al dolor. La ansiedad ya tiene otro sentido. En clínica trabajamos con el estrés, pero con el estrés hay que gestionar un poco el contexto. Con la ansiedad tenemos que trabajar de otra manera totalmente diferente porque fíjate, con la ansiedad no hace falta que el peligro esté delante de nosotros. Se produce algo que para mí es una de las claves de los trastornos de ansiedad. Se produce una híper-reflexión: ya no solo sentimos cosas, sino que observamos cómo sentimos esas cosas y juzgamos cómo sentimos esas cosas...es esa mirada puesta en nosotros… “uffff, pues si siento esto aquí, a ver si va a ser un infarto”  o “me tiemblan las manos… y a ver qué van a pensar de mí los demás”. Esta híper-reflexión es uno de los ingredientes básicos que aparece en cualquier trastorno de la ansiedad. A partir de ahí empezamos una construcción de la ansiedad. Hasta entonces había una reacción, que tiene que ver con, por ejemplo, ver un tipo de dos metros con el que puedo correr peligro si me ataca y reacciono frente a esto. Pero cuando ya me pregunto qué es lo que creo que podría pasar si una persona me sorprendiera en un callejón, ya estoy desarrollando otra cosa…eso ya es ansiedad.

P: ¿Esto tiene que ver con esa necesidad de control de nuestro cerebro, con esa tendencia que tiene a hacer predicciones sobre el futuro?

R: Nuestro cerebro no está hecho para que seamos felices. Nuestro cerebro está hecho para intentar anticiparse. Y la anticipación ha sido una parte de la evolución importantísima, nos ha ayudado en muchísimas cosas. El cerebro es un órgano que está diseñado para predecir y, en base a esa predicción, es como una especie de máquina del tiempo que tenemos. Empezamos a sopesar posibilidades, ¿qué va a pasar?, ¿y si me jubilan a tal edad?, ¿qué voy a hacer?, ¿y si tengo un cáncer?, ¿y si pasa que mi pareja se va a vivir a otro sitio?, ¿yo me iría con esta persona? Entonces, el cerebro necesita anticiparse porque eso le da una especie de sensación de que puedo estar manejando la situación…porque la anticipación, en algunos casos, sirve. Pero es que vivimos en un entorno muy complejo en el que es imposible controlarlo todo...

En los casos más extremos la ansiedad ya se ha convertido en un estilo de vida (Rubén Casado, psicólogo)

P: Una vez que asumimos que la ansiedad no la vamos a poder extirpar y dejamos de luchar contra ella…¿qué hacemos con ella?

R: No puedo erradicar sensaciones, pero lo que puedo ver es dónde las coloco. Dónde coloco la ansiedad en mi vida. En las personas que tienen un problema con la ansiedad, la ansiedad está en el centro, es un elefante dentro de una cacharrería que ocupa todo el espacio y no hacen más que verlo. En las personas con un trastorno de ansiedad, su vida gira y orbita entorno a la ansiedad.

P: ¿Ahí es cuando se convierte en una patología?

R: En los casos más extremos la ansiedad ya se ha convertido en un estilo de vida. Piensan que son personas ansiosas y, a partir de ahí, hacen su vida. Por ejemplo, “como soy una persona con fobia social, pues fíjate, no sé si me puedo acercar a ese sitio, pues fíjate el día que me case”...o, “como soy una persona con agorafobia, no puedo viajar”. Están constantemente pendientes de todo eso, su mirada se ha vuelto hacia sí mismos y es esa híper-reflexión con la que hay que lidiar. Porque tampoco puedo eliminar el ruido en mi mente a voluntad. Lo que puedo hacer es ver que eso que me estoy diciendo, que parece que me está hablando Dios, pues a lo mejor no me está hablando Dios, sino que soy yo el que está haciendo esos juegos mentales.

P: ¿Podríamos generalizar diciendo que una persona ansiosa es la que vive con exceso de preocupaciones?, ¿es malo preocuparse demasiado?

R: Cuando la preocupación cumple una función, está bien. Hoy en día se quiere eliminar todo, la culpa, la preocupación, se quiere eliminar el ego…¡tantas cosas! En realidad, tenemos que entender que sirven para algo… Esas frases del tipo: “no hay que estar preocupados, no te preocupes”. Es que la preocupación sirve para algo. Es esa manera buena de anticipar y que nos sirve para algo…¿qué vas a hacer mañana de comer? A lo mejor piensas por la tarde: “pues tengo pechuga de pollo”, pues ya está: esa preocupación ha resuelto una duda, me ha servido para algo. Hay preocupaciones que, una vez resueltas, me han servido. Son preocupaciones que me mueven a buscar una solución.

A la persona que tiene un problema con la ansiedad casi todo lo posible le parece muy probable (Rubén Casado, psicólogo)

P: ¿Cuándo una preocupación se convierte en obsesión?

R: En el caso de las obsesiones, aunque tú intentes resolverlas, no se produce ese efecto. De hecho, cuanto más intentas resolverlas, más problemas estás generando. Ocurre cuando la acción de resolver no está teniendo un efecto, porque no me ayuda a cerrar algo. Por ejemplo, cuando una pareja rompe, hacerse la pregunta de ¿por qué no me quiere? ¿por qué me ha dejado?, ¿por qué? Y así dándole vueltas y vueltas cuando muchas veces es algo que no se puede explicar de ninguna manera: te ha dejado porque te ha dejado, ya está. El hecho de seguir profundizando en el por qué y necesitar una explicación, necesitar poner un relato, eso lo que hace es que termine transformándose en una obsesión porque no puedo resolverlo. Cuando la acción no resuelve, entonces ya estaríamos hablando de una obsesión. Cuando tiene una finalidad, porque me ayuda a cerrar y resolver, entonces es una preocupación buena.

P: ¿Cómo funciona el cerebro de una persona ansiosa que vive con estas obsesiones?

R: Lo malo de las personas que tienen un alto nivel de preocupación y llegan a obsesiones es que digamos que, para ellas, todo lo que es posible tiene una alta probabilidad de ocurrir. No hay distinción entre poco o muy probable. Consideran que la probabilidad puede darse en cualquier momento. Entonces, “y si…” gana a todo, a cualquier realidad. ¿y si se te cae el techo encima ahora? O, por ejemplo, te da miedo que te caiga una pieza del fuselaje de un avión que se ha desprendido…porque eso es posible, alguna vez ha pasado y han podido matar alguien…bueno sí, podría ser, porque posible es…pero ¿probable? No, no es muy probable. A la persona que tiene un problema con la ansiedad casi todo lo posible le parece muy probable.

A veces parece que el individuo que tiene ansiedad la tiene porque se lo merece de alguna manera, y no es así (Rubén Casado, psicólogo)

P: Me parece muy interesante esto que dices en tu libro de que manejar la ansiedad no tiene que ver solo que ver con tener fuerza de voluntad, que eso de ‘si quieres puedes’, no es suficiente…

 R: La mayoría de las personas que intentan no forzar la fuerza de voluntad, es decir, que son más estratégicas, funcionan mucho mejor que las personas que piensa que tienen que tener fuerza de voluntad. La psicología positiva ha tenido un impacto en un principio interesante, pero ha terminado dando una concepción muy culpabilizadora. A veces parece que el individuo que tiene ansiedad la tiene porque se lo merece de alguna manera, y no es así. Menciono un libro que es Sonríe o muere, de Bárbara Ehreinreich. Ella era una periodista que pasó por un cáncer y se dio cuenta de la toxicidad de todos esos mensajes de “si tú te curas es por tu fuerza de voluntad”, ese pensamiento mágico que no está demostrado…

P: En definitiva, y ya termino que con esto: que cambiar el contexto -cuando este es tóxico-, es otro recurso a veces muy necesario para poder manejar la ansiedad. No todo depende de uno.

R: Claro, tú tienes que tener claro que si tienes un trabajo en el que te tienes que dopar, tienes que tomar antidepresivos y una sobredosis de cafeína cada día para poder seguir….tú puedes poner de tu parte, sí…pero hay algo que a lo mejor nos tenemos que plantear con respecto a ese trabajo.