Así es un trasplante de médula, altruista e indoloro: "Eres la esperanza de alguien que tiene todo perdido"

Los trasplantes de médula ósea y los donantes anónimos son cruciales en el mundo. En España hay algo menos de medio millón de personas en una base de datos que cruza perfiles de pacientes con donantes compatibles: desde Informativos Telecinco hemos podido asistir al traslado de una médula.

La incertidumbre se traduce en satisfacción cuando las personas donan médula. Su rostro cambia gota a gota. "Es la esperanza de alguien. Eres la esperanza de alguien que tiene todo perdido", cuenta María Dolores, una mujer andaluza.

María Dolores es consciente de que, gracias a su donación, se podrá salvar una vida

La única solución vital que tienen aquellos que requieren de un trasplante son las células madre de los donantes. Los médicos sacan sangre del brazo izquierdo de los donantes, pasa por una máquina centrifugadora (donde se acumulan las células) y vuelve a su cuerpo por el otro brazo.

Donación altruista, anónima -"realmente no sé nada, solo que es español y pesa igual que yo"- e indolora -"no ha dolido nada"- A las tres horas acaba el proceso: "Dos millones y medio de células madre recogidas", destacan los sanitarios. María Dolores descansa un poco, se levanta y la emoción se hace evidente.

El traslado de la médula: Patricia, de una ONG italiana, no se separa de la nevera

A partir de ahí, empieza el traslado de la médula. Primero hay que comprobar que el producto tenga la cantidad requerida de células madre. Por eso se lleva a un laboratorio, donde toman una muestra con mimo a la espera del resultado. Una vez se recibe el visto bueno, "se puede llevar a cabo el trasplante", explica José Pérez, jefe de hematología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla.

Patricia es la encargada de trasportar la médula hasta el hospital de destino. Pertenece a una ONG italiana que realiza voluntariamente este servicio por todo el mundo: "Tú tienes la vida de una persona contigo", cuenta la mujer. Del taxi, a la estación de tren. La médula, a cuatro grados de temperatura, se monta en el tren y a 300 kilómetros por hora pone rumbo al centro hospitalario donde la esperan. La temperatura de la nevera se comprueba obsesivamente -"está estabilizada"-. Patricia no se separa ni un solo instante de la nevera. La cuida y hasta la abraza. Revisa la temperatura y sabe que, en un par de horas, las células madre de María Dolores salvarán una vida.

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