La agonía de una madre: "Los médicos me dijeron que había envenenado a mi bebé en el útero"

Nicola Hallam, una joven inglesa de 36 años, padeció una auténtica odisea cuando los médicos que le atendían durante su embarazo le comunicaron que su cuerpo había estado envenenando durante meses al bebé que acababa de parir. Hallam descubrió entonces que el pequeño y ella tenían grupos sanguíneos incompatibles y que habían sido sus propios anticuerpos los que habían decidido atacar la sangre de su hijo al considerarlo algo extraño y amenazante. "Me comunicaron que existía una muy alta probabilidad de que Finlay (su primer hijo) muriera solo cuatro horas después de su nacimiento", ha explicado Hallam al diario británico The Sun.

Estos hechos sucedieron en 2012 y el pequeño Finlay consiguió salir adelante, sin embargo, esta difícil situación se repetiría más tarde con su hermana pequeña.

Una lucha contrarreloj por salvar la vida de Finlay y Darcy

Hallam entró en pánico cuando los médicos la avisaron de que su recién nacido no superaría las cuatro horas: “Quedó claro que había demasiados anticuerpos míos persistentes y destruyendo sus glóbulos rojos. Me dijeron que había una posibilidad muy alta de que Finlay muriera o, en el mejor de los casos, sufriera daño cerebral". Esta joven recuerda estos momentos como "extremadamente traumáticos", aunque asegura que la rápida intervención de los médicos evitó la tragedia. "Fueron increíbles”, ha asegurado.

Para contrarrestar el ataque de sus anticuerpos, se les administró a madre e hijo inmunoglobulina, que consiguió calmar las células inmunitarias y salvarle la vida al pequeño. Por ello, cuando en su segundo embarazo descubrieron de nuevo que ella y su hija Darcy tenían grupos de sangre incompatibles, ya supieron qué debían suministrarle. A través de este tipo de anticuerpos humorales (inmunoglobina), que se consiguen a través del plasma de la sangre, lograron alargar el segundo embarazo de Hallam lo máximo posible: "Los médicos no estaban seguros de si podría llegar a las 16 o 17 semanas de gestación antes de que el bebé necesitara una transfusión de sangre intrauterina, pero llegué a la semana 29 con inmunoglobulina. La idea era comprar unas semanas más de embarazo y funcionó asombrosamente bien".

Esta madre ha valorado más desde entonces las donaciones de sangre. "No te das cuenta de lo importante que es el plasma hasta que tú o un ser querido lo necesita. Los donantes salvaron la vida de mi pequeño y estoy muy agradecida con las personas que donan".

No es un caso aislado

En aproximadamente el 10% de los embarazos , la madre y el bebé tienen diferentes tipos de sangre y se consideran incompatibles. Esto puede convertirse en un problema si una pequeña cantidad de sangre del bebé ingresa al cuerpo de la madre y se considera una amenaza. El sistema inmunológico de la madre responde produciendo anticuerpos para combatir y destruir las "células extrañas", cuando lo que comienzan a hacer es destruir la sangre del bebé, causando anemia, hemorragias internas, retención de líquidos e insuficiencia cardíaca. Este trastorno se conoce como enfermedad de Rhesus.